Dr. Rieux, caballero de la vida

En sus Meditaciones del Quijote, José Ortega y Gasset distingue entre el quijotismo del Quijote y el quijotismo de Cervantes que es el que principalmente le interesa; pero no el quijotismo de la vida de Cervantes, muy colorida por cierto, sino de su obra. A partir de allí nos animamos a señalar una superposición entre el destino de la obra y el de su personaje. A Don Quijote “lo anima un designio enloquecido: resucitar el tiempo […] de los caballeros andantes, que recorrían el mundo socorriendo a los débiles, desfaciendo tuertos y haciendo reinar una justicia para los seres del común que de otro modo éstos jamás alcanzarían”. Lo empuja el deseo de ponerse al servicio del, digámoslo así, triunfo del bien sobre la tierra. Y es, por su parte, la obra de Cervantes la que le viene a recordar al hombre, desde hace siglos, a cada uno en su sitio y como norte de su tarea personal, un aspecto central del sentido de la vida humana: el combate contra las innumerables figuras del mal./.../ Albert Camus inscribe su combate personal explícitamente bajo esta saga. Se llama a sí mismo un feligrés “de la religión de don Quijote”, su única religión..."

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Bibliographic Details
Main Author: Mosto, Marisa
Format: Documento de conferencia biblioteca
Language:spa
Published: Sociedad Latinoamericana de Estudios Camusianos 2016
Subjects:Camus, Albert, 1913-1960, QUIJOTE, IDEALISMO, BIEN, MAL,
Online Access:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/3981
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Description
Summary:En sus Meditaciones del Quijote, José Ortega y Gasset distingue entre el quijotismo del Quijote y el quijotismo de Cervantes que es el que principalmente le interesa; pero no el quijotismo de la vida de Cervantes, muy colorida por cierto, sino de su obra. A partir de allí nos animamos a señalar una superposición entre el destino de la obra y el de su personaje. A Don Quijote “lo anima un designio enloquecido: resucitar el tiempo […] de los caballeros andantes, que recorrían el mundo socorriendo a los débiles, desfaciendo tuertos y haciendo reinar una justicia para los seres del común que de otro modo éstos jamás alcanzarían”. Lo empuja el deseo de ponerse al servicio del, digámoslo así, triunfo del bien sobre la tierra. Y es, por su parte, la obra de Cervantes la que le viene a recordar al hombre, desde hace siglos, a cada uno en su sitio y como norte de su tarea personal, un aspecto central del sentido de la vida humana: el combate contra las innumerables figuras del mal./.../ Albert Camus inscribe su combate personal explícitamente bajo esta saga. Se llama a sí mismo un feligrés “de la religión de don Quijote”, su única religión..."