Monstruos cortesanos : a propósito de los gigantes y su evolución funcional, en fuentes medievales y del Siglo de Oro

El gigante forma parte de los monstruos arquetípicos con los que debe enfrentarse el héroe a lo largo del camino, a fin de hallar un tesoro, cumplir con un cometido asignado, salvar a una doncella o incluso a un pueblo entero. Todas estas variantes funcionales redundan en la valentía del protagonista, quien finalmente vencerá todos los obstáculos que se le presenten —monstruo incluido— y se alzará con la gloria. No obstante, a diferencia de otros monstruos de naturaleza o bien zoomórfica o bien híbrida, el gigante posee una apariencia antropomórfica cuya monstruosidad radica en su desmesura. Cierto es que hay imágenes discursivas e iconográficas del gigante en la Antigüedad Clásica que lo presentan con serpientes en lugar de piernas pero, ya durante el Medioevo, los rasgos serpentinos desaparecen y se transforma en un tirano, dueño de castillos y raptor de doncellas, cuyo rasgo teratológico se limita a su tamaño desmedido. Sin embargo, la introducción de las serpientes como parte de la morfología gigantina inicial responde a la conjunción de dos arquetipos que refuerzan su sentido monstruoso: por un lado, el fortachón y por otro, el isomorfo del dragón. El gigante es al héroe del cuento folklórico1 lo que el dragón es al caballero andante,2 vale decir, ambos encarnan el arquetipo de antagonista monstruoso que debe ser dominado por el principio heroico a fin de restaurar el orden cósmico...

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Bibliographic Details
Main Author: Orsanic, Lucía
Format: Documento de conferencia biblioteca
Language:spa
Published: SAEMED 2016
Subjects:IMAGINARIO, HISTORIA MEDIEVAL, LITERATURA MEDIEVAL, MONSTRUOS, SIGLO DE ORO,
Online Access:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/3752
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Description
Summary:El gigante forma parte de los monstruos arquetípicos con los que debe enfrentarse el héroe a lo largo del camino, a fin de hallar un tesoro, cumplir con un cometido asignado, salvar a una doncella o incluso a un pueblo entero. Todas estas variantes funcionales redundan en la valentía del protagonista, quien finalmente vencerá todos los obstáculos que se le presenten —monstruo incluido— y se alzará con la gloria. No obstante, a diferencia de otros monstruos de naturaleza o bien zoomórfica o bien híbrida, el gigante posee una apariencia antropomórfica cuya monstruosidad radica en su desmesura. Cierto es que hay imágenes discursivas e iconográficas del gigante en la Antigüedad Clásica que lo presentan con serpientes en lugar de piernas pero, ya durante el Medioevo, los rasgos serpentinos desaparecen y se transforma en un tirano, dueño de castillos y raptor de doncellas, cuyo rasgo teratológico se limita a su tamaño desmedido. Sin embargo, la introducción de las serpientes como parte de la morfología gigantina inicial responde a la conjunción de dos arquetipos que refuerzan su sentido monstruoso: por un lado, el fortachón y por otro, el isomorfo del dragón. El gigante es al héroe del cuento folklórico1 lo que el dragón es al caballero andante,2 vale decir, ambos encarnan el arquetipo de antagonista monstruoso que debe ser dominado por el principio heroico a fin de restaurar el orden cósmico...