“Ekmekdjian” : a treinta años de un fallo trascendente
Resumen: Haber integrado la Corte Suprema de Justicia de la Nación es el más grande orgullo que, como jurista, he tenido en toda mi vida (el que, seguramente, no podrá ser igualado por otro, no solo por mi edad –gran usurera de las oportunidades– sino porque no puede haber otro semejante). Estoy orgulloso de mis compañeros de Tribunal, de mis colaboradores, de la tarea que cumplimos juntos. Por supuesto, estoy agradecido por la confianza que el presidente Menem y el Senado de la Nación depositaron en mi persona. “Los jueces hablan por sus sentencias” es la no por muy repetida menos cierta frase que siempre circula en los foros. De la lectura de tales sentencias –me refiero a las emitidas durante los cuatro años en los que me desempeñé como miembro de la Corte Suprema, pero el comentario vale también para los períodos posteriores– debe resultar la valoración científico-jurídica de la tarea cumplida, como también –¿por qué no, tratándose de la Corte Suprema?– de su valoración política. Claro está que no se trata de “política partidaria”, circunstancial por naturaleza, sino de la “política arquitectónica” o de conducción o gobierno, que interpreta, desarrolla y aplica en el tiempo los valores definidos en la Constitución, tal y como concibieron el rol del Tribunal los redactores de la Constitución estadounidense de 1787 y de la nuestra de 1853, las que, felizmente, continúan hoy vigentes.
Main Author: | |
---|---|
Format: | Artículo biblioteca |
Language: | spa |
Published: |
El Derecho
2022
|
Subjects: | DERECHOS HUMANOS, TRATADOS INTERNACIONALES, DERECHO CONSTITUCIONAL, RELIGION, DERECHO A REPLICA, LIBERTAD DE EXPRESION, CONSTITUCION NACIONAL, LIBERTAD DE PRENSA, |
Online Access: | https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/17481 |
Tags: |
Add Tag
No Tags, Be the first to tag this record!
|
Summary: | Resumen: Haber integrado la Corte Suprema de Justicia de la Nación
es el más grande orgullo que, como jurista, he tenido
en toda mi vida (el que, seguramente, no podrá ser
igualado por otro, no solo por mi edad –gran usurera de
las oportunidades– sino porque no puede haber otro semejante).
Estoy orgulloso de mis compañeros de Tribunal,
de mis colaboradores, de la tarea que cumplimos juntos.
Por supuesto, estoy agradecido por la confianza que el
presidente Menem y el Senado de la Nación depositaron
en mi persona.
“Los jueces hablan por sus sentencias” es la no por
muy repetida menos cierta frase que siempre circula en
los foros. De la lectura de tales sentencias –me refiero a
las emitidas durante los cuatro años en los que me desempeñé
como miembro de la Corte Suprema, pero el comentario
vale también para los períodos posteriores– debe
resultar la valoración científico-jurídica de la tarea cumplida,
como también –¿por qué no, tratándose de la Corte Suprema?– de su valoración política. Claro está que no se
trata de “política partidaria”, circunstancial por naturaleza,
sino de la “política arquitectónica” o de conducción o
gobierno, que interpreta, desarrolla y aplica en el tiempo
los valores definidos en la Constitución, tal y como concibieron
el rol del Tribunal los redactores de la Constitución
estadounidense de 1787 y de la nuestra de 1853, las que,
felizmente, continúan hoy vigentes. |
---|