Don Quijote y la experiencia del viaje

Resumen: Don Quijote es en nuestro imaginario, un hombre del camino. Estamos acostumbrados a evocar su desgarbada figura, a lomos de Rocinante y acompañado por Sancho, andando por vías solitarias, en las que quizá a lo lejos, apenas se perfila un molino. De las innumerables imágenes que los ilustradores de la novela han ido plasmando a través de los siglos, es esta representación la que ha calado más hondamente en el público, al punto de convertirse en una especie de figura simbólica que reúne los elementos fundamentales de la novela. La crítica no ha cesado de indagar acerca de varios de estos elementos, como las relaciones sustanciales entre el caballero y su escudero, la estampa bizarra -opuesta y complementaria- de cada uno de ellos, e incluso, las características del caballo de uno y del asno del otro. Sin embargo, no ha dado la debida importancia a la riquísima significación de ese mudo escenario en el que el protagonista y su acompañante aparecen situados. Entiendo no obstante, que no serían los personajes que se van configurando a lo largo de la novela, si sus aventuras no fueran el resultado de una marcha continua por ese camino al que siempre terminan volviendo. Pienso que tenemos que comenzar por preguntarnos si la atracción que la salida a los caminos ejerce sobre el hidalgo, se reduce al deseo de convertirse en caballero andante o hay algo más.

Saved in:
Bibliographic Details
Main Author: Carrizo Rueda, Sofía M.
Format: Parte de libro biblioteca
Language:spa
Published: Centro Estudios Cervantinos 2008
Subjects:DON QUIJOTE, VIAJES, NOVELA, Cervantes Saavedra, Miguel de, 1547-1616,
Online Access:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/13701
Tags: Add Tag
No Tags, Be the first to tag this record!
Description
Summary:Resumen: Don Quijote es en nuestro imaginario, un hombre del camino. Estamos acostumbrados a evocar su desgarbada figura, a lomos de Rocinante y acompañado por Sancho, andando por vías solitarias, en las que quizá a lo lejos, apenas se perfila un molino. De las innumerables imágenes que los ilustradores de la novela han ido plasmando a través de los siglos, es esta representación la que ha calado más hondamente en el público, al punto de convertirse en una especie de figura simbólica que reúne los elementos fundamentales de la novela. La crítica no ha cesado de indagar acerca de varios de estos elementos, como las relaciones sustanciales entre el caballero y su escudero, la estampa bizarra -opuesta y complementaria- de cada uno de ellos, e incluso, las características del caballo de uno y del asno del otro. Sin embargo, no ha dado la debida importancia a la riquísima significación de ese mudo escenario en el que el protagonista y su acompañante aparecen situados. Entiendo no obstante, que no serían los personajes que se van configurando a lo largo de la novela, si sus aventuras no fueran el resultado de una marcha continua por ese camino al que siempre terminan volviendo. Pienso que tenemos que comenzar por preguntarnos si la atracción que la salida a los caminos ejerce sobre el hidalgo, se reduce al deseo de convertirse en caballero andante o hay algo más.