Ética del poder político según Santo Tomás
Resumen: No es lo mismo hablar de ética política que de ética del poder político. La ética política la realizan, bien o mal, todos los miembros del cuerpo social, gobernantes y ciudadanos, todos comprometidos con el bien común por el que se asocian naturalmente los hombres. "Quien primero instituyó la ciudad fue causa de los mayores bienes para los hombres" (I Polit. lec 1, n. 40). Pero este bien común compromete principalmente al poder político o responsables del gobierno de la Nación. En ellos han de entrar en juego dos grandes virtudes que se definen específicamente, como la política misma, por el bonum commune, y son nada menos que la prudencia gubernativa, que legisla y gobierna para el bien común, y la justicia legal o social, que educa la voluntad en ese mismo sentido. "Es imposible —decía Santo Tomás— que el bien común de la Nación vaya bien, si los ciudadanos no son virtuosos, al menos aquellos a quienes compete mandar" (MI, 92, 1 ad 3), principales responsables "del bien común, que es mejor y más divino que el bien de los particulares" (I Polít. lec. 1, n. 11) , pues "la sociedad no es sólo para que los hombres vivan, sino para que vivan bien de modo que las leyes civiles conduzcan la vida de los hombres a la virtud" (Ibídem, n. 31). Más adelante hará esta impresionante evaluación: "El hombre es el mejor de los animales, si es perfeccionado por la virtud, hacia la cual tiene inclinación natural. Pero si vive sin ley y sin justicia, el hombre es el peor de los animales. Y lo prueba (Aristóteles), porque la injusticia tanto es más cruel cuanto más armas tiene, esto es, medios para hacer el mal" (n. 41); "si uno no puede convivir en sociedad civil por su maldad, más que hombre es como una bestia" (Ibídem, n. 39).
Main Author: | |
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Format: | Artículo biblioteca |
Language: | spa |
Published: |
Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras
1992
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Subjects: | PODER POLITICO, ETICA POLITICA, Tomás de Aquino, Santo, 1225?-1274, |
Online Access: | https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/13075 |
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Summary: | Resumen: No es lo mismo hablar de ética política que de ética del poder político.
La ética política la realizan, bien o mal, todos los miembros del cuerpo social,
gobernantes y ciudadanos, todos comprometidos con el bien común por
el que se asocian naturalmente los hombres. "Quien primero instituyó la
ciudad fue causa de los mayores bienes para los hombres" (I Polit. lec 1,
n. 40). Pero este bien común compromete principalmente al poder político
o responsables del gobierno de la Nación. En ellos han de entrar en juego
dos grandes virtudes que se definen específicamente, como la política misma,
por el bonum commune, y son nada menos que la prudencia gubernativa, que
legisla y gobierna para el bien común, y la justicia legal o social, que
educa la voluntad en ese mismo sentido.
"Es imposible —decía Santo Tomás— que el bien común de la Nación
vaya bien, si los ciudadanos no son virtuosos, al menos aquellos a quienes
compete mandar" (MI, 92, 1 ad 3), principales responsables "del bien
común, que es mejor y más divino que el bien de los particulares" (I Polít.
lec. 1, n. 11) , pues "la sociedad no es sólo para que los hombres vivan, sino
para que vivan bien de modo que las leyes civiles conduzcan la vida de los hombres
a la virtud" (Ibídem, n. 31). Más adelante hará esta impresionante
evaluación: "El hombre es el mejor de los animales, si es perfeccionado por
la virtud, hacia la cual tiene inclinación natural. Pero si vive sin ley y sin
justicia, el hombre es el peor de los animales. Y lo prueba (Aristóteles), porque
la injusticia tanto es más cruel cuanto más armas tiene, esto es, medios
para hacer el mal" (n. 41); "si uno no puede convivir en sociedad civil por su
maldad, más que hombre es como una bestia" (Ibídem, n. 39). |
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