FÍSTULA ANORRECTAL: ¿SON LAS TÉCNICAS NUEVAS SUPERIORES A LAS CLÁSICAS?

El tratamiento quirúrgico de la fístula anorrectal (FAR) de origen criptoglandular es altamente controversial. Las series son heterogéneas, las definiciones de fístula compleja son variables, existen múltiples técnicas y variantes de cada una, los criterios de evaluación de los resultados son diversos y los períodos de seguimientos son cortos, lo que impide sacar conclusiones definitivas. Es probable que la fistulotomía sea una técnica eficiente en la mayoría de los casos de FAR baja (que compromete menos del 30% del esfínter externo), aunque hay otros elementos que se deben integrar en el análisis de un paciente en particular como son el género femenino (especialmente con fístulas anteriores), la diabetes, las fístulas muy altas o de múltiples trayectos, las fístulas recidivadas y los pacientes con daño esfminteriano previo. En globo, las técnicas clásicas (la fistulotomía y sus variantes, el colgajo de avance con sus variaciones de grosor y el sedal cortante) muestran una tasa de recidiva del 5% con alteraciones menores de la continencia del 20% como promedio. Nuevos procedimientos que intentan una mayor preservación esfinteriana y reducir el daño de la continencia se han incorporado en la última década, destacando los sellantes biológicos, el tapón bioprotésico y la ligadura interesfintérica del trayecto fistuloso (LIFT), con sus respectivas variantes y combinaciones. Aunque la evidencia es limitada por la falta de trabajos prospectivos y al azar, está claro que las nuevas técnicas no provocan una alteración significativa de la continencia. Sin embargo, las tasas de persistencia/recurrencia son relativamente elevadas en relación a las técnicas clásicas. Tanto las técnicas clásicas como las emergentes consideran el tratamiento del orificio fistuloso interno (OFI) como el elemento primordial para lograr una curación definitiva. La recidiva se debe a la reactivación de la infección a nivel del OFI, superando la barrera del colgajo, del sellante, del tapón o de la sutura mecánica (VAAFT). Al ofrecer una técnica nueva, el médico debe contrastar las bondades de las técnicas emergentes (menor tiempo de cicatrización, una agresión quirúrgica atenuada y probablemente un postoperatorio más tolerable) con una tasa relativamente alta de recidiva en el contexto de un paciente específico.

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Bibliographic Details
Main Author: Bannura C,Guillermo
Format: Digital revista
Language:Spanish / Castilian
Published: Sociedad de Cirujanos de Chile 2015
Online Access:http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-40262015000400015
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Summary:El tratamiento quirúrgico de la fístula anorrectal (FAR) de origen criptoglandular es altamente controversial. Las series son heterogéneas, las definiciones de fístula compleja son variables, existen múltiples técnicas y variantes de cada una, los criterios de evaluación de los resultados son diversos y los períodos de seguimientos son cortos, lo que impide sacar conclusiones definitivas. Es probable que la fistulotomía sea una técnica eficiente en la mayoría de los casos de FAR baja (que compromete menos del 30% del esfínter externo), aunque hay otros elementos que se deben integrar en el análisis de un paciente en particular como son el género femenino (especialmente con fístulas anteriores), la diabetes, las fístulas muy altas o de múltiples trayectos, las fístulas recidivadas y los pacientes con daño esfminteriano previo. En globo, las técnicas clásicas (la fistulotomía y sus variantes, el colgajo de avance con sus variaciones de grosor y el sedal cortante) muestran una tasa de recidiva del 5% con alteraciones menores de la continencia del 20% como promedio. Nuevos procedimientos que intentan una mayor preservación esfinteriana y reducir el daño de la continencia se han incorporado en la última década, destacando los sellantes biológicos, el tapón bioprotésico y la ligadura interesfintérica del trayecto fistuloso (LIFT), con sus respectivas variantes y combinaciones. Aunque la evidencia es limitada por la falta de trabajos prospectivos y al azar, está claro que las nuevas técnicas no provocan una alteración significativa de la continencia. Sin embargo, las tasas de persistencia/recurrencia son relativamente elevadas en relación a las técnicas clásicas. Tanto las técnicas clásicas como las emergentes consideran el tratamiento del orificio fistuloso interno (OFI) como el elemento primordial para lograr una curación definitiva. La recidiva se debe a la reactivación de la infección a nivel del OFI, superando la barrera del colgajo, del sellante, del tapón o de la sutura mecánica (VAAFT). Al ofrecer una técnica nueva, el médico debe contrastar las bondades de las técnicas emergentes (menor tiempo de cicatrización, una agresión quirúrgica atenuada y probablemente un postoperatorio más tolerable) con una tasa relativamente alta de recidiva en el contexto de un paciente específico.