Naufragio sin espectador: notas sobre La Cinta Blanca, de Michael Haneke

Comprender el significado de un hecho histórico, en particular de uno de tal trascendencia como el auge de los totalitarismos hacia mediados del siglo XX, es una empresa de una complejidad desafiante: siete décadas después, aún lo estamos intentando. La notable dificultad del asunto, así como la urgencia de su solución, deberían servir como invitación para la colaboración entre todos aquellos cuyo saber específico pueda aportar al objetivo. La filosofía, la historia, la sociología y la psicología han sido convocadas desde el inicio; pero también las artes han intervenido. A través de una humilde interpretación de una de las películas más inquietantes que sobre “uno de los acontecimientos centrales de nuestro siglo he podido ver, estas páginas quieren comenzar a desandar el camino de lo respuesta a la pregunta sobre lo que puede el cine enseñarnos para el trabajo de su desciframiento. La película en cuestión es "La cinta blanca”, escrita y dirigida por Michael Haneke, estrenada en 2009 y multipremiada desde entonces. Para entonces, Haneke había filmado ya más de una decena de películas en cuatro países y en tres idiomas, en cada una de las cuales de una austeridad y rigores formales a contramano de buena parte de la producción contemporánea abordó distintos aspectos problemáticos de la realidad de la Europa contemporánea. Nunca antes, sin embargo, había su cine viajado al pasado, aun cuando su espectro fuera sensible en el problemático presente (como la persistencia de las atrocidades francesas en Argelia ronda a la pareja protagonista de "Caché”). Ahora, no significa necesariamente lo mismo viajar al pasado que hacer una película histórica. Las páginas que siguen intentarán razonar por qué "La cinta blanca” no debe pensarse según la última categoría, atendiendo al significado algunas elecciones formales de Haneke y a su potencial contribución a la empresa de comprender lo que sucedió. Además del clásico estudio de Hannah Arendt citado en la próxima nota, de la inmensa bibliografía sobre el totalitarismo pueden reseñarse, "¿Quién dijo totalitarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal)uso de una noción”, Valencia, Pre-textos, 2002; Aron, R., "Democracia y totalitarismo”, Barcelona, Seix Barral, 1968; Lefort, C., “La invención democrática. Los límites de la dominación totalitaria”, Buenos Aires, Nueva Visión, 1990. Arendt, H., "Los orígenes del totalitarismo”, Madrid, Taurus, 1998, p. 4. Fue ganadora, entre otros premios, de la Palma de Oro del Festival de Cannes, del Premio del Cine Europeo del y del Globo de Oro a la Mejor Película de habla no inglesa. Roy Grundmann describe este rasgo del cine de Haneke como su “anacronismo” en “Haneke’s anachronism”, en R. Grundmann (ed.), “A Companion to Michael Haneke”, Oxford, Willey & amp; Blackwell, 2010, pp. 1-49 En rigor de verdad, esta afirmación sólo vale estrictamente con respecto a sus trabajos para la pantalla grande, ya que adaptó, para la televisión, dos obras literarias modernistas cuyas tramas se sitúan en un pasado más o menos lejano: "La rebelión”, de 1992, y "El castillo”, de 1997. Sobre su acercamiento al modernismo y las estrategias formales de “La cinta blanca” escribimos más adelante

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Bibliographic Details
Main Author: Balzi, Carlos
Format: Fil: Fil: Balzi, Carlos. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de Filosofía; Argentina. biblioteca
Language:spa
Published: 2014
Subjects:CINE, FILOSOFÍA POLÍTICA, HANEKE, LA CINTA BLANCA,
Online Access:http://hdl.handle.net/11086/546238
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Summary:Comprender el significado de un hecho histórico, en particular de uno de tal trascendencia como el auge de los totalitarismos hacia mediados del siglo XX, es una empresa de una complejidad desafiante: siete décadas después, aún lo estamos intentando. La notable dificultad del asunto, así como la urgencia de su solución, deberían servir como invitación para la colaboración entre todos aquellos cuyo saber específico pueda aportar al objetivo. La filosofía, la historia, la sociología y la psicología han sido convocadas desde el inicio; pero también las artes han intervenido. A través de una humilde interpretación de una de las películas más inquietantes que sobre “uno de los acontecimientos centrales de nuestro siglo he podido ver, estas páginas quieren comenzar a desandar el camino de lo respuesta a la pregunta sobre lo que puede el cine enseñarnos para el trabajo de su desciframiento. La película en cuestión es "La cinta blanca”, escrita y dirigida por Michael Haneke, estrenada en 2009 y multipremiada desde entonces. Para entonces, Haneke había filmado ya más de una decena de películas en cuatro países y en tres idiomas, en cada una de las cuales de una austeridad y rigores formales a contramano de buena parte de la producción contemporánea abordó distintos aspectos problemáticos de la realidad de la Europa contemporánea. Nunca antes, sin embargo, había su cine viajado al pasado, aun cuando su espectro fuera sensible en el problemático presente (como la persistencia de las atrocidades francesas en Argelia ronda a la pareja protagonista de "Caché”). Ahora, no significa necesariamente lo mismo viajar al pasado que hacer una película histórica. Las páginas que siguen intentarán razonar por qué "La cinta blanca” no debe pensarse según la última categoría, atendiendo al significado algunas elecciones formales de Haneke y a su potencial contribución a la empresa de comprender lo que sucedió. Además del clásico estudio de Hannah Arendt citado en la próxima nota, de la inmensa bibliografía sobre el totalitarismo pueden reseñarse, "¿Quién dijo totalitarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal)uso de una noción”, Valencia, Pre-textos, 2002; Aron, R., "Democracia y totalitarismo”, Barcelona, Seix Barral, 1968; Lefort, C., “La invención democrática. Los límites de la dominación totalitaria”, Buenos Aires, Nueva Visión, 1990. Arendt, H., "Los orígenes del totalitarismo”, Madrid, Taurus, 1998, p. 4. Fue ganadora, entre otros premios, de la Palma de Oro del Festival de Cannes, del Premio del Cine Europeo del y del Globo de Oro a la Mejor Película de habla no inglesa. Roy Grundmann describe este rasgo del cine de Haneke como su “anacronismo” en “Haneke’s anachronism”, en R. Grundmann (ed.), “A Companion to Michael Haneke”, Oxford, Willey & amp; Blackwell, 2010, pp. 1-49 En rigor de verdad, esta afirmación sólo vale estrictamente con respecto a sus trabajos para la pantalla grande, ya que adaptó, para la televisión, dos obras literarias modernistas cuyas tramas se sitúan en un pasado más o menos lejano: "La rebelión”, de 1992, y "El castillo”, de 1997. Sobre su acercamiento al modernismo y las estrategias formales de “La cinta blanca” escribimos más adelante