El beso (posible) : la representación mediática del amor entre dos hombres

La presente tesina nació de la elaboración de un examen final del Seminario de Cultura Popular y Masiva -Cátedra Rodríguez de la Carrera de Ciencias de la Comunicación- Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. El análisis de caso de la telenovela argentina Farsantes (2013), presentado en dicha oportunidad, me valió la invitación a participar en el Proyecto de Investigación UBACyT 2014-2017, “El otro en los medios de comunicación. Diferencia(s) y legitimación simbólica de la(s) desigualdad(es)”, a cargo de la Dra. María Graciela Rodríguez. A partir del trabajo teórico de interpretación, debate, intercambio y exposición desarrollado en dicho proyecto, pude profundizar aquel análisis primigenio no solo en cuanto a la metodología para construir un objeto de estudio más específico, si no en cuanto al marco teórico desde el cual observarlo. Así, mi interés se fue centrando en la posibilidad de pensar en el carácter coyuntural de las transformaciones de algunas representaciones mediáticas sobre la diversidad sexual. Farsantes, emerge de un contexto jurídico-político particular que tuvo lugar en Argentina, entre los años 2009 y 2012, momento de significativas transformaciones en materia de derechos civiles reclamados por el movimiento de la diversidad sexual y un desarrollo de los derechos comunicacionales expresados en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). En efecto: en 2010, la promulgación de la ley que modificó los alcances del instituto del matrimonio civil y, en 2012, la Ley de Identidad de Género, evidenciaron un profundo cambio de perspectiva en la regulación estatal sobre aquellas sexualidades desafiantes de la heterosexualidad como norma despejando, en gran medida, el histórico contexto de beligerancia y conflictividad que por muchos años imperó en Argentina. Se iniciaba, de esta manera, una nueva relación entre el estado y el movimiento de la diversidad sexual marcando una renovada concepción de la temática por parte de aquél y sus agencias, más en términos de diversidad que de disidencia, al atenderse las demandas de las organizaciones que nuclean a lesbianas, gays, bisexuales y trans. Por su parte, la aprobación, en 2009, de LSCA introdujo, entre otros, a la orientación sexual como un aspecto sobre el que debería evitarse un tratamiento discriminatorio explícito o sugerido en los contenidos de la programación y las pautas publicitarias. Además, previó la conformación de la Defensoría del Público, que actuaría bajo la órbita del Poder Legislativo, en función de contribuir, desde su especificidad, a la profundización de un mapa comunicacional desde el paradigma de los Derechos Humanos, el pluralismo y los valores democráticos. Estas nuevas condiciones revisten procesos que han venido ampliando los límites de la ciudadanía y cristalizando (siempre de modo precario) no solo una amplia gama de derechos positivos sino también algunos sentidos “otros” que hasta ese momento parecían impensables. Así, la visibilidad y el reconocimiento estatal de los reclamos del colectivo LGBT pueden ser puestos en relación con las diversas formas de regulaciones y sentidos hegemónicos sobre el género y la sexualidad que operan desde los medios masivos de comunicación. Llegados a este punto, cabe señalar que la “formación nacional de alteridad” (Segato, 2002), es decir, ese sistema particular de interrelación entre “alteridades históricas” o grupos sociales que operan en el marco del estado-nación, tiene que ver con jerarquías y relaciones de poder, que a través de fórmulas que se repiten irreflexivamente, constituyen y reproducen esas configuraciones. Hablar de “disidencia” o “diferencia” es hablar de “profundas desigualdades constituidas en nombre de las diferencias culturales jerarquizadas” (Restrepo, 2013: 150) Así, los factores en los que se sustentan los accesos y tratos diferenciales no sólo están basados en rasgos fenotípicos, sino que incluyen otras variables como la cultura, la nacionalidad, la posición económica, y la orientación sexual. En consecuencia, es posible plantear que la variación en la perspectiva estatal hizo que todo discurso que se auto asuma igualitario, deba otorgar a las sexualidades que no se alinean a la heteronormatividad un reconocimiento positivo, alejado del punto de vista denigrante y sancionatorio. Tal como plantea Sebastián Settanni (2014), en referencia al entramado normativo mencionado, el resto de los actores sociales, entre los que se encuentran los medios de comunicación, Se vieron obligados a ajustar sus puntos de vista para no infringir las nuevas normativas vigentes, confirmando, de esta manera, que no hay una ‘hegemonía permanente' (Hall, 1981: 376 cursiva en el original). La modificación del punto de vista estatal, además, constituyó un desajuste para los medios de comunicación y sus criterios de noticiabilidad (Settanni, 2014: 9). Lo que me interesa recuperar es la idea de los medios como “actores de reparto” en lo que refiere a la temática de la sexualidad (Settanni, 2014), y la imbricación entre la perspectiva estatal, como protagonista central dentro de los límites de la nación y fuente principal de los marcos de clasificación simbólico-social, y el reacomodamiento del discurso mediático, como productor específico de significaciones sociales, inaugurando un contexto político, social y cultural en el cual la adscripción a una identidad sexual “otra” ya no podía ser concebida en términos peyorativos. Es en este sentido, que considero oportuno indagar las representaciones mediáticas de la homosexualidad puestas en escena tras esa modificación en el punto de vista estatal. Para ello, la presente tesina se propone como caso de estudio la telenovela Farsantes, emitida entre junio de 2013 y febrero de 2014, por la señal televisiva de aire El Trece y producida por Pol-ka Producciones. La elección de Farsantes responde a algunas particularidades que dieron un espacio inédito en el formato telenovela a la vinculación sexo-afectiva entre dos hombres desplazando la ya comprobada fórmula galán (hombre)-heroína (mujer). El abordaje del amor entre dos hombres como relato central, admite la hipótesis referida a que la homosexualidad comienza a ganar un espacio renovado en el discurso mediático privilegiando, además, nuevas significaciones. En este sentido, y por mencionar un ejemplo, el hecho de que el primer beso de una pareja de personas del mismo sexo en esta telenovela fuera caracterizado por la prensa especializada o de espectáculos como uno de los acontecimientos más esperados de la televisión argentina, sugiere un gran contraste con las reacciones conservadoras que había suscitado, 21 años atrás, el primer beso en la televisión argentina entre dos hombres en el programa unitario Zona de Riesgo, Atendido por sus dueños (1992). Sumado a ello, la frecuencia diaria de emisión, su puesta al aire en el horario central, el protagonismo narrativo de la historia de amor y el respeto a ciertos patrones del culebrón o telenovela hacen que la visibilidad de la homosexualidad, en Farsantes, alcance y revista un carácter atrayente para el análisis. Y, justamente, el interés en esta representación mediática que tuvo lugar a tres años de la aprobación de la reconocida “Ley de Matrimonio Igualitario”, tiene su justificación en el modo en que entiendo al discurso mediático. Si bien la modificación de la ley ya había configurado la unión efectiva de personas del mismo sexo como algo decible; la producción, encuadre y puesta en circulación de significaciones sociales en nuestras sociedades capitalistas encuentra en los discursos mediáticos a mediadores destacados en la lucha por la imposición de (nuevos) sentidos unívocos (Martín Barbero, 1987; Hall, 1980). Concretamente, para explicitar qué rol entiendo que asumen los medios masivos de comunicación, y qué lugar les otorgo en el espacio social recupero las formulaciones de Florencia Saintout (2013) que sostiene que: Son actores que junto a otros se disputan la capacidad legítima de nombrar verdaderamente el mundo. Pero lo hacen desde una posición privilegiada (…), cuando se habla de sociedades mediatizadas, lo que implica pensar en sociedades donde cada una de las prácticas de manera directa o indirecta, con mayor o menor fuerza, están atravesadas por alguna dimensión de los medios (Saintout, 2013: 49, cursiva en el original). De manera que su materia específica es una producción de sentido que admite la problematización de sus productos, ya que no son creaciones originales que puedan darse por fuera de la experiencia socio-cultural. En todo caso, modelan y son modelados por algo que ya está siendo (Silverstone, 2004). Es decir, los medios son agentes cuya mediación co-produce y asigna sentido social. Mediar la producción de significaciones sociales y re-presentar, en este caso, la “cuestión gay" (Meccia, 2006), reviste una función clave de los relatos mediáticos, en tanto “mediatizan la dialéctica entre la clasificación que modela la experiencia y la experiencia que colorea la clasificación” (Silverstone, 2004: 31). Por ello, analizar modalizaciones, tópicos, y narrativas audiovisuales efectivamente empleados en la trama de una composición televisiva, permite indagar, oblicuamente, la disputa de sentido que genera barreras y represiones materiales y simbólicas (móviles). La perspectiva teórica de esta tesina tiene como herramienta clave a los estudios de comunicación y cultura ya que éstos posibilitan el análisis crítico de los procesos de inclusión/exclusión dentro de nuevas prácticas, identidades, y elementos que ingresan en los marcos de la producción de discursos mediáticos que tematizan la diferencia sexual y de género. Desde esta mirada, como bien resume Eduardo Restrepo, “la cultura se entiende en su relación mutuamente constitutiva con el poder, de ahí que [los Estudios Culturales] hablen de la culturacomo- poder, pero también del poder-como-cultural” (Restrepo, 2015: 3, subrayado mío). Por tanto, mi indagación se origina en algunos de los argumentos que surgen de los vínculos entre comunicación, cultura y orden social como ser: la relación saber-poder de las representaciones y su naturalización como sentido común, y la puesta en escena del “otro” (hablado) en los medios masivos de comunicación. Un núcleo problemático que bien puede ser resumido en tres interrogantes: qué se representa, cómo se lo representa y quién lo representa (Said, 2004). En suma, me he valido, como herramienta analítica, de la perspectiva teórica que plantea el estudio de las representaciones de la alteridad en el discurso mediático en su articulación con agendas o estructuras políticas y socio-culturales que lo trascienden (Hall, 1980). Así, la diferencia cultural sólo se puede plantear en términos de construcción sociohistórica en la que se imponen clasificaciones del mundo con diferentes grados de clausura, que configuran “el orden cultural dominante aunque nunca sea unívoco o no contestado” (Hall, 1980). Aquel que es el portador del orden cultural dominante está naturalizado como tal a través de la articulación entre un orden concreto y un ordenamiento simbólico de la diferencia. Lo que es importante señalar es que los medios de comunicación, operadores de dispositivos de captura que a su vez vehiculizan la visibilidad de diferentes formas culturales (Rodríguez, 2014), trabajan con el régimen de regulación simbólica establecido por ese orden cultural dominante, en nuestro caso, la “heterosexualidad obligatoria” (Butler, 2007). De manera que, las formas culturales, que aquí serían las identidades marcadas genérico/sexualmente, se producen, reproducen y negocian en contextos históricos específicos dentro de relaciones de poder específicas aunque cambiantes. Centrada en estos supuestos, lo que me interesa de la representación mediática es ver de qué modo se colabora en la producción de ciertos posibles o de ciertos límites que enmarcan lo decible o lo representable. Es decir, su vinculación con el sostenimiento o no de “regímenes de visibilidad hegemónicos” (Cebrelli y Arancibia, 2010). Es desde esta mirada sobre el campo cultural y comunicacional, que afirmo que en las representaciones mediáticas lo fundamental es que hay una asimetría en el poder de estabilización de un modo de ver, y en la capacidad para hacer circular esa clasificación que ordena. El dispositivo mediático se inserta en una compleja construcción socio-histórica de “políticas de (in)visibilidad”, en tanto estrategias de gestión de la mirada (Reguillo, 2008). Por ello, considero procedente atender, simultáneamente, “lo que se condensa y lo que se desplaza en la representación” (Reguillo, 2008: 13) de la diferencia que introduce el dispositivo televisivo al modelar y modular imágenes incompletas, acotadas e imaginarias tendientes a uniformar las complejidades. Para profundizar las relaciones que sostienen mi análisis, adhiero al planteo de Stuart Hall (2010), que postula que en las operaciones de visibilidad de sujetos subalternizados se seleccionan, para ser difundidos, elementos culturales, delimitando lo mostrable e intentando cristalizar una autenticidad que opera en favor del olvido de los procesos históricos que generaron la asimetría. En consecuencia, ésta, no puede ser concebida como una posición predeterminada, si no que forma parte de un proceso dinámico de subordinación y desplazamiento de límites variables. En definitiva, el campo de la cultura pasa a ser intrínseco de todo proceso de dominación. Para poder pensar, entonces, en la jerarquización de las diferencias culturales, corresponde plantear que la relación entre cultura y poder fue enriquecida por el concepto de “hegemonía” gramsciano, que permitió establecer la idea de una lucha desigual por la imposición del sentido presente en todo proceso comunicacional-cultural. Las nociones gramscianas de cultura política, dominación y hegemonía alumbraron, como es sabido, la conceptualización de lo popular, en tanto cultura, pero también de la cultura “en común” u “ordinaria” (Delfino, 1998). Así, resulta ineludible el trabajo de Jesús Martín Barbero (1987) en el que elaboró una propuesta de rediseño radical de la investigación en comunicación en Latinoamérica marcando la necesidad de atender a la dinámica de los procesos culturales-comunicacionales inscriptos en los procesos de denominación. Esta perspectiva de análisis, posicionó a lo masivo como un lugar donde se teje la trama espesa de lo cultural y puso especial atención, a una intuición que el mencionado autor le reconoce a Walter Benjamin: el modo en que la industria cultural “se inscribe en y trasforma la experiencia popular” (Martín Barbero, 1987: 88). De esta manera, una pieza a primera vista banal, como puede ser una telenovela, no carece del espesor cultural necesario para enriquecer cualquier análisis de la dimensión significante dado que toda expresión cultural está vinculada siempre a un momento específico de la batalla por la imposición del sentido. Y en esa pugna, los medios de comunicación no son los únicos que lo producen, también está, como se ha señalado, el Estado, agente o interlocutor con mayor grado de interpelación y por ende, el máximo productor de diversidad (Segato, 2007), y los sujetos empíricos, que, individual o colectivamente, escamotean mediantes diversas “tácticas” redefiniciones de los marcos regulatorios oficiales (De Certeau, 1996). Por otra parte, cabe apuntar que el análisis de producciones comunicacionales-culturales impone una mirada hacia “los procesos de naturalización que se producen en el entramado representacional que compone el imaginario social de una cultura concreta” (Rodríguez, 2008: 314). Dicho de otra manera, las representaciones mediáticas no surgen de la nada. Antes bien, hay matrices históricas de construcción, en este caso, de alteridad. Hay una densidad histórica que hace que muchas representaciones aparezcan de un modo naturalizado capaz de favorecer la apropiación y hasta su reproducción en la vida cotidiana. Así, el sentido común que atraviesa la producción de significaciones incluye el sentido común del campo visual (Caggiano, 2012). De manera que los productos audiovisuales masivos de la industria cultural elaboran repertorios de sentidos e imágenes, y dichas representaciones nos permiten acceder y rastrear disputas por la hegemonía. Por tanto, antes de cualquier avance, es pertinente dejar en claro que esta tesina no tiene la pretensión de confirmar cuánto se acerca o aleja una representación de su referente; antes de semejante e imposible tarea, y, a partir de pensar a la comunicación como una construcción de significados en pugna, se propone dar cuenta, en todo caso, cómo se escenifica, cómo se estetiza y qué características asume ese dispositivo de captura de un estar siendo. A su vez, al margen de que la contracara de esos procesos puede ser la de la elaboración de una pretendida autenticidad, es preciso para la presente reflexión, justamente, alejarse de esta idea para ir detrás de las significaciones privilegiadas por las representaciones, o en todo caso, del patrón de “lecturas preferentes” (Hall, 1980) encontradas en el material de análisis sobre sujetos sexuales no acordes a la heteronorma. Hoy, que los sentidos estigmatizantes en torno a la homosexualidad van cayendo en desuso, las características que una representación mediática asume, nos obliga a poner el foco en las nuevas significaciones que el discurso de los medios de comunicación construye acerca del vasto universo de experiencias de identidades genérico-sexuales diversas, y en este sentido, no se puede dejar de plantear, desde una perspectiva crítica, que toda tematización mediática se apoya en los resortes de una específica regulación simbólica de (in)visibilización. En esa construcción que hace creíble la realidad re-presentada hay siempre algo de (im)posibilidad. En este sentido, es importante señalar que mi mirada analítica se centró en una pista que consideré relevante y es tratar de leer no solo en lo dicho sino, también, en lo no dicho el núcleo duro de la representación. Podríamos presuponer que tematizar una relación de afectividad homosexual en el discurso televisivo, con el antecedente de la promulgación de las dos leyes más significativas en materia de “derechos sexuales” (Pecheny, 2001) del bienio 2010 – 2012, implicaría una visibilidad mediática que ahora podría ser leída en términos de inclusión. No obstante, para entender el aporte concreto de los medios a los procesos de diferenciación o igualación social, cabe preguntarse: ¿Cómo son los relatos de la televisión sobre los cambios sociales y culturales? ¿Qué límites impone el discurso televisivo y el género telenovela cuando se refiere a temáticas ligadas a la diversidad sexual? Como ya he señalado, la ley valida no sólo jurídica sino simbólicamente, por lo que asumo que puede ser pensada como condición social de producción de un registro en clave de telenovela. Así, a la hipótesis antes mencionada acerca de que la homosexualidad comienza a ganar un espacio renovado en el discurso mediático privilegiando nuevas significaciones, le sumo otra que consiste en suponer que a partir del cambio en la perspectiva estatal en relación con la diversidad sexual pareciera que esta cuestión no puede ser abordada con liviandad. De manera que, mi análisis, también será guiado por otros interrogantes relacionados con regulaciones culturales: ¿Cómo deja el “otro” de serlo?; ¿De qué modo la representación mediática morigera la alteridad?; ¿Cómo se hace familiar una identidad sexual (ahora) diversa?; ¿Qué imaginario se reconstruye desde la ficción? En función de ello, he construido un corpus que consiste en una pieza audiovisual de una ficción argentina, artículos periodísticos y dos páginas web, referidos a la misma. Las Ciencias de la Comunicación me proveyeron herramientas para el análisis de elementos textuales, paratextuales y contextuales intervinientes en la construcción de representaciones mediáticas discriminando tanto cuestiones de forma (construcción enunciativa, eje temático principal, la trama retórica, valencias representacionales); como elementos del lenguaje audiovisual (música, planos, encuadres), y cadenas de asociación discursiva. El objetivo general fue señalar las recurrencias del texto audiovisual, para reconstruir las lecturas preferentes y/o las clausuras de sentido privilegiadas por el dispositivo televisivo y, verificar imaginarios preeminentes a la hora de definir perfiles de personajes homosexuales. De esta manera, mi análisis comunicacional intentó ir más allá de los análisis semióticos e inmanentistas para enmarcar a las representaciones mediáticas en los procesos socioculturales en donde surgen y circulan. Dicho esto, mi indagación se estructura de la siguiente manera. En el primer capítulo se presentan algunos antecedentes a mi investigación como análisis de representaciones mediáticas de grupos subalternos en la Argentina contemporánea, trabajos del campo comunicacional y sociológico centrados en la temática de la diversidad sexual, y aportes acerca de la relevancia de la sedimentación de matrices culturales que conformaron los actuales géneros del espectáculo influyendo, a su vez, en la instancia de reconocimiento. El segundo capítulo plantea un recorrido histórico-contextual relacionado con la situación del colectivo LGBT y la identificación de las características que ha asumido la representación mediática de la homosexualidad a partir del retorno de la democracia en nuestro país. Este recorte, que lejos de poder ser considerado una reconstrucción exhaustiva del complejo escenario que involucra prácticas sexo-afectivas no heterocentradas y reconocimiento social, reúne texturas y relieves de la producción de significaciones que estimo pertinentes en función de los intereses de mi análisis. Luego, en el tercer capítulo, se describen brevemente las características generales del programa televisivo que justifican su elección como corpus para analizar representaciones mediáticas en torno a la homosexualidad. En el cuarto capítulo se encara la descripción y el análisis, en Farsantes, de los aspectos que enmarcan los siguientes interrogantes: ¿Cómo se convierte, en esta ficción, a una identidad sexual diversa en un modo de vida legítimo? ¿Cuál es el comportamiento que se fija como “aceptable”? El quinto capítulo se centra en los elementos que se incluyen/excluyen en el relato para dar cuenta de la intimidad sexo-afectiva entre dos hombres y su comparación con la escenificación planteada para la pareja protagónica heterosexual. El sexto, y último, capítulo está reservado para una somera indagación de los reencauzamientos que las audiencias elaboran respecto de un texto fuente. Y que, en el caso de Farsantes, tienen un atractivo especial ya que lo que pudo verse a través del prisma de la novela romántica, no fue, precisamente, a un galán y a una heroína. Finalmente, desarrollados los vectores conceptuales que actuaron como ordenadores para profundizar el abordaje del tema e introducidos los capítulos, pretendo que la presente tesina se ubique en ese nudo en el que pueden enlazarse las dimensiones antes mencionadas y las diversas formas en que el discurso mediático formula criterios y sentidos hegemónicos sobre la normatividad sin dejar de funcionar, también, como un terreno fértil para lecturas y reelaboraciones de nuevas significaciones. Un objetivo fundamental de mi trabajo consiste, entonces, en poder pensar en las transformaciones y continuidades de las representaciones mediáticas de la subalteridad, en este caso, por orientación sexual post-aprobación de leyes significativas para la ampliación del ejercicio ciudadano de la comunidad LGBT.

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Bibliographic Details
Main Author: Tapia Zemko, Silvia Carolina
Other Authors: Settanni, Sebastián
Format: Tesis biblioteca
Language:spa
Published: Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales
Subjects:Homosexualidad, Hombres, Homosexual, Sexualidad, Orientación sexual, Comportamiento sexual, Matrimonio, Leyes, Programas de televisión, Televisión,
Online Access:http://repositorio.sociales.uba.ar/items/show/1636
https://repositorio.sociales.uba.ar/items/show/1636
https://repositorio.sociales.uba.ar/files/original/3cd2ddab1f37bd4d6a0a9cc8826f00cc.pdf
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Summary:La presente tesina nació de la elaboración de un examen final del Seminario de Cultura Popular y Masiva -Cátedra Rodríguez de la Carrera de Ciencias de la Comunicación- Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. El análisis de caso de la telenovela argentina Farsantes (2013), presentado en dicha oportunidad, me valió la invitación a participar en el Proyecto de Investigación UBACyT 2014-2017, “El otro en los medios de comunicación. Diferencia(s) y legitimación simbólica de la(s) desigualdad(es)”, a cargo de la Dra. María Graciela Rodríguez. A partir del trabajo teórico de interpretación, debate, intercambio y exposición desarrollado en dicho proyecto, pude profundizar aquel análisis primigenio no solo en cuanto a la metodología para construir un objeto de estudio más específico, si no en cuanto al marco teórico desde el cual observarlo. Así, mi interés se fue centrando en la posibilidad de pensar en el carácter coyuntural de las transformaciones de algunas representaciones mediáticas sobre la diversidad sexual. Farsantes, emerge de un contexto jurídico-político particular que tuvo lugar en Argentina, entre los años 2009 y 2012, momento de significativas transformaciones en materia de derechos civiles reclamados por el movimiento de la diversidad sexual y un desarrollo de los derechos comunicacionales expresados en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). En efecto: en 2010, la promulgación de la ley que modificó los alcances del instituto del matrimonio civil y, en 2012, la Ley de Identidad de Género, evidenciaron un profundo cambio de perspectiva en la regulación estatal sobre aquellas sexualidades desafiantes de la heterosexualidad como norma despejando, en gran medida, el histórico contexto de beligerancia y conflictividad que por muchos años imperó en Argentina. Se iniciaba, de esta manera, una nueva relación entre el estado y el movimiento de la diversidad sexual marcando una renovada concepción de la temática por parte de aquél y sus agencias, más en términos de diversidad que de disidencia, al atenderse las demandas de las organizaciones que nuclean a lesbianas, gays, bisexuales y trans. Por su parte, la aprobación, en 2009, de LSCA introdujo, entre otros, a la orientación sexual como un aspecto sobre el que debería evitarse un tratamiento discriminatorio explícito o sugerido en los contenidos de la programación y las pautas publicitarias. Además, previó la conformación de la Defensoría del Público, que actuaría bajo la órbita del Poder Legislativo, en función de contribuir, desde su especificidad, a la profundización de un mapa comunicacional desde el paradigma de los Derechos Humanos, el pluralismo y los valores democráticos. Estas nuevas condiciones revisten procesos que han venido ampliando los límites de la ciudadanía y cristalizando (siempre de modo precario) no solo una amplia gama de derechos positivos sino también algunos sentidos “otros” que hasta ese momento parecían impensables. Así, la visibilidad y el reconocimiento estatal de los reclamos del colectivo LGBT pueden ser puestos en relación con las diversas formas de regulaciones y sentidos hegemónicos sobre el género y la sexualidad que operan desde los medios masivos de comunicación. Llegados a este punto, cabe señalar que la “formación nacional de alteridad” (Segato, 2002), es decir, ese sistema particular de interrelación entre “alteridades históricas” o grupos sociales que operan en el marco del estado-nación, tiene que ver con jerarquías y relaciones de poder, que a través de fórmulas que se repiten irreflexivamente, constituyen y reproducen esas configuraciones. Hablar de “disidencia” o “diferencia” es hablar de “profundas desigualdades constituidas en nombre de las diferencias culturales jerarquizadas” (Restrepo, 2013: 150) Así, los factores en los que se sustentan los accesos y tratos diferenciales no sólo están basados en rasgos fenotípicos, sino que incluyen otras variables como la cultura, la nacionalidad, la posición económica, y la orientación sexual. En consecuencia, es posible plantear que la variación en la perspectiva estatal hizo que todo discurso que se auto asuma igualitario, deba otorgar a las sexualidades que no se alinean a la heteronormatividad un reconocimiento positivo, alejado del punto de vista denigrante y sancionatorio. Tal como plantea Sebastián Settanni (2014), en referencia al entramado normativo mencionado, el resto de los actores sociales, entre los que se encuentran los medios de comunicación, Se vieron obligados a ajustar sus puntos de vista para no infringir las nuevas normativas vigentes, confirmando, de esta manera, que no hay una ‘hegemonía permanente' (Hall, 1981: 376 cursiva en el original). La modificación del punto de vista estatal, además, constituyó un desajuste para los medios de comunicación y sus criterios de noticiabilidad (Settanni, 2014: 9). Lo que me interesa recuperar es la idea de los medios como “actores de reparto” en lo que refiere a la temática de la sexualidad (Settanni, 2014), y la imbricación entre la perspectiva estatal, como protagonista central dentro de los límites de la nación y fuente principal de los marcos de clasificación simbólico-social, y el reacomodamiento del discurso mediático, como productor específico de significaciones sociales, inaugurando un contexto político, social y cultural en el cual la adscripción a una identidad sexual “otra” ya no podía ser concebida en términos peyorativos. Es en este sentido, que considero oportuno indagar las representaciones mediáticas de la homosexualidad puestas en escena tras esa modificación en el punto de vista estatal. Para ello, la presente tesina se propone como caso de estudio la telenovela Farsantes, emitida entre junio de 2013 y febrero de 2014, por la señal televisiva de aire El Trece y producida por Pol-ka Producciones. La elección de Farsantes responde a algunas particularidades que dieron un espacio inédito en el formato telenovela a la vinculación sexo-afectiva entre dos hombres desplazando la ya comprobada fórmula galán (hombre)-heroína (mujer). El abordaje del amor entre dos hombres como relato central, admite la hipótesis referida a que la homosexualidad comienza a ganar un espacio renovado en el discurso mediático privilegiando, además, nuevas significaciones. En este sentido, y por mencionar un ejemplo, el hecho de que el primer beso de una pareja de personas del mismo sexo en esta telenovela fuera caracterizado por la prensa especializada o de espectáculos como uno de los acontecimientos más esperados de la televisión argentina, sugiere un gran contraste con las reacciones conservadoras que había suscitado, 21 años atrás, el primer beso en la televisión argentina entre dos hombres en el programa unitario Zona de Riesgo, Atendido por sus dueños (1992). Sumado a ello, la frecuencia diaria de emisión, su puesta al aire en el horario central, el protagonismo narrativo de la historia de amor y el respeto a ciertos patrones del culebrón o telenovela hacen que la visibilidad de la homosexualidad, en Farsantes, alcance y revista un carácter atrayente para el análisis. Y, justamente, el interés en esta representación mediática que tuvo lugar a tres años de la aprobación de la reconocida “Ley de Matrimonio Igualitario”, tiene su justificación en el modo en que entiendo al discurso mediático. Si bien la modificación de la ley ya había configurado la unión efectiva de personas del mismo sexo como algo decible; la producción, encuadre y puesta en circulación de significaciones sociales en nuestras sociedades capitalistas encuentra en los discursos mediáticos a mediadores destacados en la lucha por la imposición de (nuevos) sentidos unívocos (Martín Barbero, 1987; Hall, 1980). Concretamente, para explicitar qué rol entiendo que asumen los medios masivos de comunicación, y qué lugar les otorgo en el espacio social recupero las formulaciones de Florencia Saintout (2013) que sostiene que: Son actores que junto a otros se disputan la capacidad legítima de nombrar verdaderamente el mundo. Pero lo hacen desde una posición privilegiada (…), cuando se habla de sociedades mediatizadas, lo que implica pensar en sociedades donde cada una de las prácticas de manera directa o indirecta, con mayor o menor fuerza, están atravesadas por alguna dimensión de los medios (Saintout, 2013: 49, cursiva en el original). De manera que su materia específica es una producción de sentido que admite la problematización de sus productos, ya que no son creaciones originales que puedan darse por fuera de la experiencia socio-cultural. En todo caso, modelan y son modelados por algo que ya está siendo (Silverstone, 2004). Es decir, los medios son agentes cuya mediación co-produce y asigna sentido social. Mediar la producción de significaciones sociales y re-presentar, en este caso, la “cuestión gay" (Meccia, 2006), reviste una función clave de los relatos mediáticos, en tanto “mediatizan la dialéctica entre la clasificación que modela la experiencia y la experiencia que colorea la clasificación” (Silverstone, 2004: 31). Por ello, analizar modalizaciones, tópicos, y narrativas audiovisuales efectivamente empleados en la trama de una composición televisiva, permite indagar, oblicuamente, la disputa de sentido que genera barreras y represiones materiales y simbólicas (móviles). La perspectiva teórica de esta tesina tiene como herramienta clave a los estudios de comunicación y cultura ya que éstos posibilitan el análisis crítico de los procesos de inclusión/exclusión dentro de nuevas prácticas, identidades, y elementos que ingresan en los marcos de la producción de discursos mediáticos que tematizan la diferencia sexual y de género. Desde esta mirada, como bien resume Eduardo Restrepo, “la cultura se entiende en su relación mutuamente constitutiva con el poder, de ahí que [los Estudios Culturales] hablen de la culturacomo- poder, pero también del poder-como-cultural” (Restrepo, 2015: 3, subrayado mío). Por tanto, mi indagación se origina en algunos de los argumentos que surgen de los vínculos entre comunicación, cultura y orden social como ser: la relación saber-poder de las representaciones y su naturalización como sentido común, y la puesta en escena del “otro” (hablado) en los medios masivos de comunicación. Un núcleo problemático que bien puede ser resumido en tres interrogantes: qué se representa, cómo se lo representa y quién lo representa (Said, 2004). En suma, me he valido, como herramienta analítica, de la perspectiva teórica que plantea el estudio de las representaciones de la alteridad en el discurso mediático en su articulación con agendas o estructuras políticas y socio-culturales que lo trascienden (Hall, 1980). Así, la diferencia cultural sólo se puede plantear en términos de construcción sociohistórica en la que se imponen clasificaciones del mundo con diferentes grados de clausura, que configuran “el orden cultural dominante aunque nunca sea unívoco o no contestado” (Hall, 1980). Aquel que es el portador del orden cultural dominante está naturalizado como tal a través de la articulación entre un orden concreto y un ordenamiento simbólico de la diferencia. Lo que es importante señalar es que los medios de comunicación, operadores de dispositivos de captura que a su vez vehiculizan la visibilidad de diferentes formas culturales (Rodríguez, 2014), trabajan con el régimen de regulación simbólica establecido por ese orden cultural dominante, en nuestro caso, la “heterosexualidad obligatoria” (Butler, 2007). De manera que, las formas culturales, que aquí serían las identidades marcadas genérico/sexualmente, se producen, reproducen y negocian en contextos históricos específicos dentro de relaciones de poder específicas aunque cambiantes. Centrada en estos supuestos, lo que me interesa de la representación mediática es ver de qué modo se colabora en la producción de ciertos posibles o de ciertos límites que enmarcan lo decible o lo representable. Es decir, su vinculación con el sostenimiento o no de “regímenes de visibilidad hegemónicos” (Cebrelli y Arancibia, 2010). Es desde esta mirada sobre el campo cultural y comunicacional, que afirmo que en las representaciones mediáticas lo fundamental es que hay una asimetría en el poder de estabilización de un modo de ver, y en la capacidad para hacer circular esa clasificación que ordena. El dispositivo mediático se inserta en una compleja construcción socio-histórica de “políticas de (in)visibilidad”, en tanto estrategias de gestión de la mirada (Reguillo, 2008). Por ello, considero procedente atender, simultáneamente, “lo que se condensa y lo que se desplaza en la representación” (Reguillo, 2008: 13) de la diferencia que introduce el dispositivo televisivo al modelar y modular imágenes incompletas, acotadas e imaginarias tendientes a uniformar las complejidades. Para profundizar las relaciones que sostienen mi análisis, adhiero al planteo de Stuart Hall (2010), que postula que en las operaciones de visibilidad de sujetos subalternizados se seleccionan, para ser difundidos, elementos culturales, delimitando lo mostrable e intentando cristalizar una autenticidad que opera en favor del olvido de los procesos históricos que generaron la asimetría. En consecuencia, ésta, no puede ser concebida como una posición predeterminada, si no que forma parte de un proceso dinámico de subordinación y desplazamiento de límites variables. En definitiva, el campo de la cultura pasa a ser intrínseco de todo proceso de dominación. Para poder pensar, entonces, en la jerarquización de las diferencias culturales, corresponde plantear que la relación entre cultura y poder fue enriquecida por el concepto de “hegemonía” gramsciano, que permitió establecer la idea de una lucha desigual por la imposición del sentido presente en todo proceso comunicacional-cultural. Las nociones gramscianas de cultura política, dominación y hegemonía alumbraron, como es sabido, la conceptualización de lo popular, en tanto cultura, pero también de la cultura “en común” u “ordinaria” (Delfino, 1998). Así, resulta ineludible el trabajo de Jesús Martín Barbero (1987) en el que elaboró una propuesta de rediseño radical de la investigación en comunicación en Latinoamérica marcando la necesidad de atender a la dinámica de los procesos culturales-comunicacionales inscriptos en los procesos de denominación. Esta perspectiva de análisis, posicionó a lo masivo como un lugar donde se teje la trama espesa de lo cultural y puso especial atención, a una intuición que el mencionado autor le reconoce a Walter Benjamin: el modo en que la industria cultural “se inscribe en y trasforma la experiencia popular” (Martín Barbero, 1987: 88). De esta manera, una pieza a primera vista banal, como puede ser una telenovela, no carece del espesor cultural necesario para enriquecer cualquier análisis de la dimensión significante dado que toda expresión cultural está vinculada siempre a un momento específico de la batalla por la imposición del sentido. Y en esa pugna, los medios de comunicación no son los únicos que lo producen, también está, como se ha señalado, el Estado, agente o interlocutor con mayor grado de interpelación y por ende, el máximo productor de diversidad (Segato, 2007), y los sujetos empíricos, que, individual o colectivamente, escamotean mediantes diversas “tácticas” redefiniciones de los marcos regulatorios oficiales (De Certeau, 1996). Por otra parte, cabe apuntar que el análisis de producciones comunicacionales-culturales impone una mirada hacia “los procesos de naturalización que se producen en el entramado representacional que compone el imaginario social de una cultura concreta” (Rodríguez, 2008: 314). Dicho de otra manera, las representaciones mediáticas no surgen de la nada. Antes bien, hay matrices históricas de construcción, en este caso, de alteridad. Hay una densidad histórica que hace que muchas representaciones aparezcan de un modo naturalizado capaz de favorecer la apropiación y hasta su reproducción en la vida cotidiana. Así, el sentido común que atraviesa la producción de significaciones incluye el sentido común del campo visual (Caggiano, 2012). De manera que los productos audiovisuales masivos de la industria cultural elaboran repertorios de sentidos e imágenes, y dichas representaciones nos permiten acceder y rastrear disputas por la hegemonía. Por tanto, antes de cualquier avance, es pertinente dejar en claro que esta tesina no tiene la pretensión de confirmar cuánto se acerca o aleja una representación de su referente; antes de semejante e imposible tarea, y, a partir de pensar a la comunicación como una construcción de significados en pugna, se propone dar cuenta, en todo caso, cómo se escenifica, cómo se estetiza y qué características asume ese dispositivo de captura de un estar siendo. A su vez, al margen de que la contracara de esos procesos puede ser la de la elaboración de una pretendida autenticidad, es preciso para la presente reflexión, justamente, alejarse de esta idea para ir detrás de las significaciones privilegiadas por las representaciones, o en todo caso, del patrón de “lecturas preferentes” (Hall, 1980) encontradas en el material de análisis sobre sujetos sexuales no acordes a la heteronorma. Hoy, que los sentidos estigmatizantes en torno a la homosexualidad van cayendo en desuso, las características que una representación mediática asume, nos obliga a poner el foco en las nuevas significaciones que el discurso de los medios de comunicación construye acerca del vasto universo de experiencias de identidades genérico-sexuales diversas, y en este sentido, no se puede dejar de plantear, desde una perspectiva crítica, que toda tematización mediática se apoya en los resortes de una específica regulación simbólica de (in)visibilización. En esa construcción que hace creíble la realidad re-presentada hay siempre algo de (im)posibilidad. En este sentido, es importante señalar que mi mirada analítica se centró en una pista que consideré relevante y es tratar de leer no solo en lo dicho sino, también, en lo no dicho el núcleo duro de la representación. Podríamos presuponer que tematizar una relación de afectividad homosexual en el discurso televisivo, con el antecedente de la promulgación de las dos leyes más significativas en materia de “derechos sexuales” (Pecheny, 2001) del bienio 2010 – 2012, implicaría una visibilidad mediática que ahora podría ser leída en términos de inclusión. No obstante, para entender el aporte concreto de los medios a los procesos de diferenciación o igualación social, cabe preguntarse: ¿Cómo son los relatos de la televisión sobre los cambios sociales y culturales? ¿Qué límites impone el discurso televisivo y el género telenovela cuando se refiere a temáticas ligadas a la diversidad sexual? Como ya he señalado, la ley valida no sólo jurídica sino simbólicamente, por lo que asumo que puede ser pensada como condición social de producción de un registro en clave de telenovela. Así, a la hipótesis antes mencionada acerca de que la homosexualidad comienza a ganar un espacio renovado en el discurso mediático privilegiando nuevas significaciones, le sumo otra que consiste en suponer que a partir del cambio en la perspectiva estatal en relación con la diversidad sexual pareciera que esta cuestión no puede ser abordada con liviandad. De manera que, mi análisis, también será guiado por otros interrogantes relacionados con regulaciones culturales: ¿Cómo deja el “otro” de serlo?; ¿De qué modo la representación mediática morigera la alteridad?; ¿Cómo se hace familiar una identidad sexual (ahora) diversa?; ¿Qué imaginario se reconstruye desde la ficción? En función de ello, he construido un corpus que consiste en una pieza audiovisual de una ficción argentina, artículos periodísticos y dos páginas web, referidos a la misma. Las Ciencias de la Comunicación me proveyeron herramientas para el análisis de elementos textuales, paratextuales y contextuales intervinientes en la construcción de representaciones mediáticas discriminando tanto cuestiones de forma (construcción enunciativa, eje temático principal, la trama retórica, valencias representacionales); como elementos del lenguaje audiovisual (música, planos, encuadres), y cadenas de asociación discursiva. El objetivo general fue señalar las recurrencias del texto audiovisual, para reconstruir las lecturas preferentes y/o las clausuras de sentido privilegiadas por el dispositivo televisivo y, verificar imaginarios preeminentes a la hora de definir perfiles de personajes homosexuales. De esta manera, mi análisis comunicacional intentó ir más allá de los análisis semióticos e inmanentistas para enmarcar a las representaciones mediáticas en los procesos socioculturales en donde surgen y circulan. Dicho esto, mi indagación se estructura de la siguiente manera. En el primer capítulo se presentan algunos antecedentes a mi investigación como análisis de representaciones mediáticas de grupos subalternos en la Argentina contemporánea, trabajos del campo comunicacional y sociológico centrados en la temática de la diversidad sexual, y aportes acerca de la relevancia de la sedimentación de matrices culturales que conformaron los actuales géneros del espectáculo influyendo, a su vez, en la instancia de reconocimiento. El segundo capítulo plantea un recorrido histórico-contextual relacionado con la situación del colectivo LGBT y la identificación de las características que ha asumido la representación mediática de la homosexualidad a partir del retorno de la democracia en nuestro país. Este recorte, que lejos de poder ser considerado una reconstrucción exhaustiva del complejo escenario que involucra prácticas sexo-afectivas no heterocentradas y reconocimiento social, reúne texturas y relieves de la producción de significaciones que estimo pertinentes en función de los intereses de mi análisis. Luego, en el tercer capítulo, se describen brevemente las características generales del programa televisivo que justifican su elección como corpus para analizar representaciones mediáticas en torno a la homosexualidad. En el cuarto capítulo se encara la descripción y el análisis, en Farsantes, de los aspectos que enmarcan los siguientes interrogantes: ¿Cómo se convierte, en esta ficción, a una identidad sexual diversa en un modo de vida legítimo? ¿Cuál es el comportamiento que se fija como “aceptable”? El quinto capítulo se centra en los elementos que se incluyen/excluyen en el relato para dar cuenta de la intimidad sexo-afectiva entre dos hombres y su comparación con la escenificación planteada para la pareja protagónica heterosexual. El sexto, y último, capítulo está reservado para una somera indagación de los reencauzamientos que las audiencias elaboran respecto de un texto fuente. Y que, en el caso de Farsantes, tienen un atractivo especial ya que lo que pudo verse a través del prisma de la novela romántica, no fue, precisamente, a un galán y a una heroína. Finalmente, desarrollados los vectores conceptuales que actuaron como ordenadores para profundizar el abordaje del tema e introducidos los capítulos, pretendo que la presente tesina se ubique en ese nudo en el que pueden enlazarse las dimensiones antes mencionadas y las diversas formas en que el discurso mediático formula criterios y sentidos hegemónicos sobre la normatividad sin dejar de funcionar, también, como un terreno fértil para lecturas y reelaboraciones de nuevas significaciones. Un objetivo fundamental de mi trabajo consiste, entonces, en poder pensar en las transformaciones y continuidades de las representaciones mediáticas de la subalteridad, en este caso, por orientación sexual post-aprobación de leyes significativas para la ampliación del ejercicio ciudadano de la comunidad LGBT.