El encantamiento del mundo
Desde que nacemos nos dejamos fascinar, hechizar e hipnotizar por todo lo que nos rodea. La fascinación nos mantiene unidos a nuestro mundo que nos protege y que estimula nuestros sentidos hasta que, poco a poco, comprendemos las señales del entorno y podemos reaccionar a ellas. También los animales quedan fascinados al percibir los olores, colores y movimientos de su mundo. Cuando reaccionan de manera adecuada, está claro que también comprenden las señales de su entorno. Pero para los humanos hay otros niveles de fascinación: cuando comprendemos las cosas les damos significados, y con estos significados creamos nuestro mundo mental. No es un mundo irreal y separado de nuestro cuerpo. Al contrario, gracias a él todos nuestros sentidos y sensaciones adquieren significado. Así, nuestro cuerpo, al principio puramente orgánico, se convierte para nosotros en un cuerpo que podemos entender y que participa de maneras muy sutiles y complejas en nuestra comunicación con los otros. Cuando conversamos con otros, cada uno sólo puede hablar desde el mundo personal que se ha creado y no conoce el mundo mental del otro. ¿Cómo es posible que, a pesar de ello, nos entendamos? Como muestra Cyrulnik en muchos y sorprendentes ejemplos, nos entendemos gracias a una fascinación muy especial, cuyos secretos nos revela la observación de todo lo que hacemos para comunicamos además de hablar: ofrecemos al otro una gran variedad de gestos, miradas y movimientos, apenas o nada conscientes, que refuerzan lo que decimos y sentimos de forma que el interlocutor capta, a veces sin saberlo, nuestro estado de ánimo y lo que, en el fondo queremos decir.
Main Authors: | , |
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Format: | Texto biblioteca |
Language: | spa |
Published: |
Barcelona, España Editorial Gedisa
2002
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Subjects: | Conducta (Psicología), |
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Summary: | Desde que nacemos nos dejamos fascinar, hechizar e hipnotizar por todo lo que nos rodea. La fascinación nos mantiene unidos a nuestro mundo que nos protege y que estimula nuestros sentidos hasta que, poco a poco, comprendemos las señales del entorno y podemos reaccionar a ellas. También los animales quedan fascinados al percibir los olores, colores y movimientos de su mundo. Cuando reaccionan de manera adecuada, está claro que también comprenden las señales de su entorno. Pero para los humanos hay otros niveles de fascinación: cuando comprendemos las cosas les damos significados, y con estos significados creamos nuestro mundo mental. No es un mundo irreal y separado de nuestro cuerpo. Al contrario, gracias a él todos nuestros sentidos y sensaciones adquieren significado. Así, nuestro cuerpo, al principio puramente orgánico, se convierte para nosotros en un cuerpo que podemos entender y que participa de maneras muy sutiles y complejas en nuestra comunicación con los otros. Cuando conversamos con otros, cada uno sólo puede hablar desde el mundo personal que se ha creado y no conoce el mundo mental del otro. ¿Cómo es posible que, a pesar de ello, nos entendamos? Como muestra Cyrulnik en muchos y sorprendentes ejemplos, nos entendemos gracias a una fascinación muy especial, cuyos secretos nos revela la observación de todo lo que hacemos para comunicamos además de hablar: ofrecemos al otro una gran variedad de gestos, miradas y movimientos, apenas o nada conscientes, que refuerzan lo que decimos y sentimos de forma que el interlocutor capta, a veces sin saberlo, nuestro estado de ánimo y lo que, en el fondo queremos decir. |
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