Paranoia y juegos fantásticos en Andamos huyendo Lola de Elena Garro

Resumen La palabra griega paránoia se compone de pará (fuera de) y de noys (mente). Traducida literalmente significa “fuera de la mente”, expresión que remite a su vez a la palabra “locura”. De hecho, esa holgada acepción es la primera que registra El pequeño Larousse en su edición de 2003. Sin embargo, la psiquiatría ha restringido su significado. Los psiquiatras Alfred M. Freedman, Harold I. Kaplan y Benjamin J. Sadock, en su Compendio de Psiquiatría, la definen como un trastorno psicótico crónico que se caracteriza por una alta frecuencia de ideas delirantes, y distinguen cuatro estados paranoides: el celotípico, el erótico, el de grandeza y el persecutorio. Pero advierten que de estos cuatro estados, “el estado persecutorio es clínicamente, con mucho, el más frecuente y el más importante”. Si damos por descontado que la literatura es en buena medida reflejo de la realidad, tanto exterior como interior, no es de extrañar que de esos cuatro estados paranoides acaso el más frecuente en dicho arte, y el más importante también, lo sea el estado persecutorio paranoide. Pensando en la literatura hispanoamericana contemporánea, por lo menos dos escritores de la misma generación produjeron ficciones de corte autobiográfico con fuertes tintes de ese estado paranoide: el argentino Ernesto Sábato en Abbadón el exterminador, novela publicada en 1974, y la mexicana Elena Garro en los cuentos y novelas que escribió algún tiempo después de 1968, sobre todo, y empezando por el título mismo, en el libro de cuentos que nos ocupará en el presente artículo, Andamos huyendo Lola, publicado en 1980.

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Bibliographic Details
Main Author: Calderón Bird,Raúl
Format: Digital revista
Language:Spanish / Castilian
Published: Universidad de Guanajuato, Departamentos de Filosofía y de Letras Hispánicas 2008
Online Access:http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-25382008000200083
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