Construir estrategias para nombrar (otra vez) lo prohibido

Cada vez que se reconfiguran los gobiernos conservadores, el control de las mujeres se vuelve a imponer como verdad natural. Sin embargo, caeríamos en la trampa de las corporaciones mediáticas si redujéramos el género a las mujeres y la emancipación a la violencia. La típica estrategia para sacar al género y las sexualidades de agenda es alisar su carga política en la llanura de lo temático. Género: tema de mujeres, gays, trans, lesbianas, femicidio, reparto inequitativo de las ganancias, aborto, etc. De ese modo para el gran público, que creció toda la vida en la norma heterosexual e incluso aceptándola como modo natural de vivir la vida, es difícil asociar el triunfo electoral de Trump como presidente de los Estados Unidos con una contraofensiva del patriarcado temeroso ante su pérdida de “derechos habituales”. Las investigaciones que se presentan en este número de Chasqui demuestran, una palabra tal vez poco apropiada, que se trata de todo lo contrario a reducir el patriarcado a la violencia contra las mujeres y la amplia diáspora de sexualidades que no alcanzan los objetivos por lo femenino o lo masculino tradicional. La violencia estructural contra las mujeres es el modo de hacer perdurable al patriarcado. Violencia que no es solo la simbólica o la que encuentra su final más cruento en el femicidio, sino en la depredación de las fuerzas de seguridad, la legitimidad del orden y el control, el pánico frente a lo diferente y al caos emocional que podría generar un gobierno feminista.

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Bibliographic Details
Main Author: Cremona, Florencia
Format: article biblioteca
Language:spa
Published: Quito, Ecuador : CIESPAL 2018-03-05T17:58:08Z
Subjects:ENMANCIPACIÓN, VIOLENCIA ESTRUCTURAL, VIOLENCIA SIMBÓLICA, PATRIARCADO, FEMINISTA, FEMICIDIO,
Online Access:http://hdl.handle.net/10469/13239
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