El graffiti: spray, paredes y algo más…

El graffiti, en parte, es único en cada país; en parte gitanea: va de pared en pared, con ligeras variantes, leyendo la mano de los pueblos. Las circunstancias son tan parecidas y ellos, los mortales que se piensan inmortales, también. Somos y no somos originales. Pero antes que indagar la paternidad de un graffiti -el graffiti es un testimonio anónimo y popular-conviene valorar la intencionalidad política, el sentido de la oportunidad, la irreverencia, el riesgo. Un graffiti que en el Ecuador alguien lo garrapatea en la noche, sin mayores problemas, exige casi una operación militar, para pintarlo, en Nicaragua. El trago del texto cambia de sabor según la copa del contexto. El graffiti en Quito, en los tres últimos años, ya no es el mismo: se ha renovado. Hay ahora un graffiti distinto que, sin embargo, no niega al anterior: lo contiene. Al graffiti político le disputa paredes el graffiti de corte personal y a veces intimista. Seductor, irónico y tempestuoso: Arriba las minifaldas. Abajo Bucaram. El graffiti, por su origen y su naturaleza, no puede ser complaciente: es un chúcaro que está permanentemente provocando, desde distintas facetas de la vida, al orden establecido. Tiene brío polémico. El graffiti, que no es sino un mensaje garrapateado en un muro, con spray o con brocha, es casi siempre conciso, humorístico y sugerente. Para decirlo gastronómicamente, el graffiti es como el ají, picante pero sabroso.

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Bibliographic Details
Main Author: Falconí, Patricio
Format: article biblioteca
Language:spa
Published: Quito, Ecuador : CIESPAL 2018-01-19T17:48:35Z
Subjects:OPINIÓN PÚBLICA, LENGUAJE, SÍMBOLOS, CONTEXTO SOCIAL, LÚDICO, TESTIMONIO, ANÓNIMO,
Online Access:http://hdl.handle.net/10469/12996
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