El huerto familiar del sureste de México
De origen prehispánico, el sistema de producción más frecuente en el sureste de México es el huerto familiar o traspatio, ya que por lo regular cada casa rural y muchas urbanas y suburbanas contienen uno. El huerto familiar rural es actualmente el mayor proveedor de alimentos y otros satisfactores vegetales y animales para la familia campesina que lo maneja, al mismo tiempo que es el mayor santuario de agrobiodiversidad de México, ya que son cientos de especies domesticadas y en proceso de domesticación que ahí coexisten. Éstas variarán de acuerdo con las condiciones ecológicas imperantes, pero también con la cultura y economía de quienes lo conciben y viven en él. El huerto familiar también es el sistema de producción que más aporta a los mercados locales y regionales ya sea directamente por la venta al menudeo de alguno de los miembros de la familia o algún pequeño o gran intermediario. También es el espacio de reproducción social, cultural y simbólica que da sentido a la identidad de quien lo cultiva y lo habita. En este libro se presentan los principales resultados y análisis de más de 30 expertos nacionales que han abordado el estudio del huerto familiar de Tabasco, Chiapas, Veracruz, Yucatán, Campeche y Quintana Roo, algunos por más de dos décadas. También se presentan algunas evidencias de trabajo efectivo en ellos y con sus principales cultivadoras y cuidadoras, las amas de casa campesinas. De este variado abordaje que incluye aspectos etnobiológicos, agroecológicos, tecnológicos, culturales, ecológicos, históricos, botánicos, zootecnísticos, educativos, psicológicos, edafológicos y alimenticios, entre otros, emerge la idea de que el huerto familiar es un sistema complejo que debe ser abordado de manera interdisciplinaria para poder entender sus múltiples facetas. Asimismo, no obstante su importancia, salvo contadas excepciones, no existe una sola dependencia oficial responsable de su abordaje en ninguno de los tres niveles de gobierno, siendo necesario recomendar que en el caso de pretender intervenir en ellos de manera formal, se debe tener el cuidado necesario para evitar generar contradicciones que violenten la vida familiar y lo lleven a su colapso, en el entendido de que junto con la milpa, son los dos únicos sistemas que permiten en este momento asegurar la frágil soberanía alimentaria rural.