La hora del café dos siglos a muchas voces

Hay plantas buenas y plantas malas, unas amistosas, otras hostiles. El maíz es luminoso y fraterno, como lo son el frijol y la calabaza que conviven en la milpa. El café en cambio ha sido funesto. Tras el amable arbolito de fresco follaje y rojos frutos se oculta una historia de ignominia y explotación. Su arribo a las laderas del Soconusco propició la esclavitud moderna pues para pizcar el café destinado a Europa o Estados Unidos, los finqueros alemanes esclavizaban por temporadas a los pobladores de las zonas altas. En Oaxaca los cafetales agobiaron a legiones de mixtecos. Los "jardines de café" veracruzanos dejaron exhaustos a miles de pizcadores indígenas y mestizos. Desde fines del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, las plantaciones fueron lugares de penuria y explotación. Y los campesinos odiaban el café. Con la Revolución de 1910 no cambiaron mucho las cosas pues al principio las plantaciones se libraron del reparto agrario. Y los campesinos seguían odiando el café. Fue durante el cardenismo cuando se expropiaron y repartieron plantaciones, algunas con huertas de café. Pero el desencuentro entre los campesinos y el grano aromático no desapareció. Al principio los ejidatarios cultivaron las huertas a disgusto, con desgano. No es fácil reconciliarse con el enemigo, aquerenciarse con el cultivo que expolió a padres y abuelos.

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Bibliographic Details
Main Authors: Bartra Vergés, Armando autor/a, Cobo, Rosario autor/a, Paz Paredes, Lorena autor/a
Format: Texto biblioteca
Language:spa
Published: México Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad 2011
Subjects:Instituto Mexicano del Café, Café, Caficultura, Historia, Colonia, Reforma agraria, Trabajo forzado,
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