Espacio simbólico, ideología y poder: relaciones entre prácticas discursivas y procesos políticos

La vida política se desarrolla permanentemente en dos planos: el de las acciones y el del discurso. Toda sociedad política tiene una dimensión esencial: la de constituir y renovar un conjunto de ideas destinadas a influir en el espíritu de sus miembros por medio de las cuales la comunidad designa su identidad, sus aspiraciones y los grandes lineamientos de su organización. Este espacio simbólico en el cual los poderes se legitiman o se impugnan constituye una ideología que es a la vez instrumento de aquellos poderes. Pierre Ansart sostiene que “La vida social y particularmente la política, suponen (...) permanentemente, la producción de significaciones, la convocación y la legitimación de los objetivos, la magnificación de los valores que se proponen a la acción común”1. Las ideas vinculadas a la lucha política son armas destinadas a consolidar o justificar un régimen existente o a criticarlo y condenarlo en nombre de otro régimen que pretende reemplazarlo y que a su vez necesita consolidarse y justificarse. Por ende, ambos planos, el de la acción y el del discurso que construye un espacio simbólico están íntimamente vinculados en una relación permanente y compleja que el historiador debe considerar cuando intenta explicar acontecimientos históricos de naturaleza política cuya comprensión excede cualquier análisis causal ya que la producción discursiva acompaña en todo momento a las prácticas políticas...

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Bibliographic Details
Main Author: Piñeiro, Elena T.
Format: Artículo biblioteca
Language:spa
Published: Universidad Católica Argentina. Facultad de Ciencias Sociales y Económicas 2002
Subjects:PODER, IDEOLOGIA, POLITICA, DISCURSO POLITICO, HISTORIA POLITICA,
Online Access:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/9939
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Summary:La vida política se desarrolla permanentemente en dos planos: el de las acciones y el del discurso. Toda sociedad política tiene una dimensión esencial: la de constituir y renovar un conjunto de ideas destinadas a influir en el espíritu de sus miembros por medio de las cuales la comunidad designa su identidad, sus aspiraciones y los grandes lineamientos de su organización. Este espacio simbólico en el cual los poderes se legitiman o se impugnan constituye una ideología que es a la vez instrumento de aquellos poderes. Pierre Ansart sostiene que “La vida social y particularmente la política, suponen (...) permanentemente, la producción de significaciones, la convocación y la legitimación de los objetivos, la magnificación de los valores que se proponen a la acción común”1. Las ideas vinculadas a la lucha política son armas destinadas a consolidar o justificar un régimen existente o a criticarlo y condenarlo en nombre de otro régimen que pretende reemplazarlo y que a su vez necesita consolidarse y justificarse. Por ende, ambos planos, el de la acción y el del discurso que construye un espacio simbólico están íntimamente vinculados en una relación permanente y compleja que el historiador debe considerar cuando intenta explicar acontecimientos históricos de naturaleza política cuya comprensión excede cualquier análisis causal ya que la producción discursiva acompaña en todo momento a las prácticas políticas...