El “sensus populi” : la legitimidad de una teología desde el pueblo

Introducción: En ciertos ámbitos eclesiásticos suele establecerse una distinción de niveles: los "formados" (sacerdotes, teólogos, laicos "comprometidos", personas "catequizadas"), y los que padecerían la llamada "ignorancia religiosa". A estos últimos quiero dirigir mi atención en este artículo. Es cierto que el conocimiento de la Verdad revelada es un patrimonio del cual la Iglesia se considera depositaria, de modo que nunca renuncia a ser "maestra de la verdad". Sin embargo, hoy el Papa invita a reconocer pecados en el uso de "métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio a la verdad". En este orden, el Santo Padre considera que es un "principio de oro" el que estableció el Concilio: "La verdad se impone por la fuerza de la misma verdad, que penetra en las almas con firmeza y suavidad a la vez". Pero quizás la mayor dificultad, todavía hoy, es la de pretender reducir el acceso a la verdad a una sola modalidad, la del conocimiento ilustrado, reflejo, explicado, sistemático. Y este reduccionismo es justamente el que hace subsistir una conciencia de élite en algunos "dueños" de la Verdad revelada: laicos "formados", sacerdotes, teólogos, exégetas, etc. Luego de presentar breves consideraciones aportadas por la filosofía reciente, nos detendremos a reflexionar desde la visión de dos doctores de la Iglesia, Santo Tomás y San Buenaventura, acerca de una vía alternativa de acceso a la Verdad que permite superar la hermenéutica elitista.

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Bibliographic Details
Main Author: Fernández, Víctor Manuel
Format: Artículo biblioteca
Language:spa
Published: Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Teología 1998
Subjects:VERDAD, TEOLOGIA, IGLESIA CATOLICA, Tomás de Aquino, Santo, 1225?-1274, Buenaventura, Santo 1221-1274,
Online Access:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/7824
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Summary:Introducción: En ciertos ámbitos eclesiásticos suele establecerse una distinción de niveles: los "formados" (sacerdotes, teólogos, laicos "comprometidos", personas "catequizadas"), y los que padecerían la llamada "ignorancia religiosa". A estos últimos quiero dirigir mi atención en este artículo. Es cierto que el conocimiento de la Verdad revelada es un patrimonio del cual la Iglesia se considera depositaria, de modo que nunca renuncia a ser "maestra de la verdad". Sin embargo, hoy el Papa invita a reconocer pecados en el uso de "métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio a la verdad". En este orden, el Santo Padre considera que es un "principio de oro" el que estableció el Concilio: "La verdad se impone por la fuerza de la misma verdad, que penetra en las almas con firmeza y suavidad a la vez". Pero quizás la mayor dificultad, todavía hoy, es la de pretender reducir el acceso a la verdad a una sola modalidad, la del conocimiento ilustrado, reflejo, explicado, sistemático. Y este reduccionismo es justamente el que hace subsistir una conciencia de élite en algunos "dueños" de la Verdad revelada: laicos "formados", sacerdotes, teólogos, exégetas, etc. Luego de presentar breves consideraciones aportadas por la filosofía reciente, nos detendremos a reflexionar desde la visión de dos doctores de la Iglesia, Santo Tomás y San Buenaventura, acerca de una vía alternativa de acceso a la Verdad que permite superar la hermenéutica elitista.