En los pasillos del cuarto piso : una conversación con Pablo G. Hirschmann
Resumen: Hace 160 años, la Corte Suprema de Justicia de la Nación escribió su primera sentencia en el caso “D. Miguel Otero contra José M. Nadal s/ apelación auto del Superior Tribunal de Justicia de Buenos Aires” (1863)(1). Este acontecimiento marcó el inicio de su actuación jurisdiccional y sentó los cimientos de su rica trayectoria jurisprudencial. El aniversario nos brindó la oportunidad de conversar con Pablo G. Hirschmann(2), quien fuera testigo y partícipe del quehacer de nuestra Corte Suprema. El diálogo recorre su trayectoria por el Tribunal, el rol de los secretarios, la elaboración de las sentencias, la importancia de los votos concurrentes y de las disidencias… y algo más. Buena parte de su carrera se desarrolló en la Corte Suprema. Si tuviera que pensar en retrospectiva, ¿cómo recuerda su llegada al Tribunal? ¿Le resultó difícil adaptarse a la forma de trabajo? En febrero de 1991 empecé a trabajar en la Corte Suprema, tenía treinta y dos años. Antes había trabajado en el ejercicio profesional en un importante estudio jurídico como litigante y en un área jurídica de la Administración Pública Nacional. Ingresé, sin haber trabajado en las otras instancias del Poder Judicial, en el Cuerpo de Auditores Judiciales. De allí pasé (dos años después) a la Secretaría de Superintendencia Judicial, y en 1995 pasé a la vocalía del Dr. Julio Nazareno, donde además de atender los temas de superintendencia –que implicaban examinar y proyectar resoluciones relativas a cuestiones administrativas de diversa índole–, me ocupaba de ver causas penales y las cuestiones relativas a la libertad de expresión; fue entonces que empecé a trabajar con expedientes judiciales. Decía Carlos Fayt que un abogado recién ingresado a la Corte, sin importar su procedencia, debía pasar dos años de “aclimatación” para adquirir un conocimiento razonable y especialmente práctico sobre el recurso extraordinario y el control de constitucionalidad. De ser así, mi período de adaptación habría concluido en 1997. Con todo ese tiempo, y la proverbial comprensión y generosidad de las personas con las que interactuaba, diría que la transición fue gradual y cada vez más sencilla.
Main Authors: | , |
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Format: | Artículo biblioteca |
Language: | spa |
Published: |
El Derecho
2023
|
Subjects: | Corte Suprema de Justicia de la Nación, CONSTITUCION NACIONAL, DERECHO PROCESAL, FILOSOFIA DEL DERECHO, PODER JUDICIAL, |
Online Access: | https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/17702 |
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Summary: | Resumen: Hace 160 años, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
escribió su primera sentencia en el caso “D. Miguel
Otero contra José M. Nadal s/ apelación auto del Superior
Tribunal de Justicia de Buenos Aires” (1863)(1). Este acontecimiento
marcó el inicio de su actuación jurisdiccional y
sentó los cimientos de su rica trayectoria jurisprudencial.
El aniversario nos brindó la oportunidad de conversar
con Pablo G. Hirschmann(2), quien fuera testigo y partícipe
del quehacer de nuestra Corte Suprema. El diálogo
recorre su trayectoria por el Tribunal, el rol de los secretarios,
la elaboración de las sentencias, la importancia de
los votos concurrentes y de las disidencias… y algo más.
Buena parte de su carrera se desarrolló en la Corte
Suprema. Si tuviera que pensar en retrospectiva, ¿cómo
recuerda su llegada al Tribunal? ¿Le resultó difícil
adaptarse a la forma de trabajo?
En febrero de 1991 empecé a trabajar en la Corte Suprema,
tenía treinta y dos años. Antes había trabajado en
el ejercicio profesional en un importante estudio jurídico
como litigante y en un área jurídica de la Administración
Pública Nacional. Ingresé, sin haber trabajado en las otras
instancias del Poder Judicial, en el Cuerpo de Auditores
Judiciales. De allí pasé (dos años después) a la Secretaría
de Superintendencia Judicial, y en 1995 pasé a la vocalía
del Dr. Julio Nazareno, donde además de atender los temas
de superintendencia –que implicaban examinar y proyectar
resoluciones relativas a cuestiones administrativas
de diversa índole–, me ocupaba de ver causas penales y
las cuestiones relativas a la libertad de expresión; fue entonces
que empecé a trabajar con expedientes judiciales.
Decía Carlos Fayt que un abogado recién ingresado a la
Corte, sin importar su procedencia, debía pasar dos años
de “aclimatación” para adquirir un conocimiento razonable
y especialmente práctico sobre el recurso extraordinario
y el control de constitucionalidad. De ser así, mi período
de adaptación habría concluido en 1997. Con todo ese
tiempo, y la proverbial comprensión y generosidad de las
personas con las que interactuaba, diría que la transición
fue gradual y cada vez más sencilla. |
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