Aristóteles, Darwin, Gilson y la biofilosofía
Resumen: El título de esta obra indica ya la linea esencial de su desarrollo: retorno a Aristóteles y, más concretamente, a su noción de finalidad. El libro comienza, en efecto, con una exposición de la doctrina aristotélica sobre la causa final, entendida como el "fin", como esto "en vista de lo cual" se organiza un ser vivo, como aquello hacia lo cual tiende el ente en devenir y que constituye su bien. El objeto de su ensayo —nos dice Gilson— es el de hacer ver que la finalidad es filosóficamente inevitable y que, por tal razón, resulta "una constante de la biofilosofía o filosofía de la vida" (p. 9) . Principio interno y espontáneo de la naturaleza, la causa final dirige sus operaciones, tanto aquellas por las cuales el viviente se adapta a su medio ambiente, como aquellas por las que el animal adapta mutuamente sus partes internas para conseguir su fin. Este principio íntimo de lo real, fin, término y sentido del devenir que afecta a la naturaleza, resulta semejante al principio que guía las producciones del arte: "La analogía con el arte ayuda, por ende, a conocer la presencia en la naturaleza de una causa análoga a lo que es la inteligencia en las operaciones del hombre, pero no sabemos lo que es esta causa. La noción de una finalidad sin conocimiento e inmanente de la naturaleza nos resulta misteriosa. Aristóteles no piensa que ello sea una razón para negar su existencia. Misterioso o no, el hecho está allí" (pp. 23-24) .
Main Author: | |
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Format: | Artículo biblioteca |
Language: | spa |
Published: |
Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras
1973
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Subjects: | BIOFILOSOFÍA, Darwin, Charles, 1809-1882, Aristóteles, 384-322 a.C., Gilson, Etienne Henri, 1884-1978, FILOSOFIA DE LA VIDA, |
Online Access: | https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/16035 |
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Summary: | Resumen: El título de esta obra indica ya la linea esencial de su desarrollo: retorno
a Aristóteles y, más concretamente, a su noción de finalidad. El libro comienza,
en efecto, con una exposición de la doctrina aristotélica sobre la causa final,
entendida como el "fin", como esto "en vista de lo cual" se organiza un ser vivo,
como aquello hacia lo cual tiende el ente en devenir y que constituye su bien.
El objeto de su ensayo —nos dice Gilson— es el de hacer ver que la finalidad
es filosóficamente inevitable y que, por tal razón, resulta "una constante
de la biofilosofía o filosofía de la vida" (p. 9) .
Principio interno y espontáneo de la naturaleza, la causa final dirige sus
operaciones, tanto aquellas por las cuales el viviente se adapta a su medio
ambiente, como aquellas por las que el animal adapta mutuamente sus partes
internas para conseguir su fin.
Este principio íntimo de lo real, fin, término y sentido del devenir que
afecta a la naturaleza, resulta semejante al principio que guía las producciones
del arte: "La analogía con el arte ayuda, por ende, a conocer la presencia en la
naturaleza de una causa análoga a lo que es la inteligencia en las operaciones
del hombre, pero no sabemos lo que es esta causa. La noción de una finalidad sin
conocimiento e inmanente de la naturaleza nos resulta misteriosa. Aristóteles
no piensa que ello sea una razón para negar su existencia. Misterioso o no,
el hecho está allí" (pp. 23-24) . |
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