Por qué la filosofía de la naturaleza de Hegel es la parte más débil de su sistema

Resumen: I. INTRODUCCIÓN La preparación de este artículo nos ha llevado bastante tiempo, copiando textos de Hegel y de los Zuzatze, que son obra de tres de sus mejores alumnos; notas y apuntes ampliatorios al pie de cada parágrafo de su Enciclopedia, tomados de las clases orales del pensador suabo y por lo general aprobados por éste. Pero hemos tenido que cortar ese fichaje, so pena de no poder entregar en tiempo esta comunicación a la Sociedad Tomista Argentina. Con esto, Hegel ha llegado a ser para nosotros el filósofo más conocido después de Santo Tomás de Aquino, con cuyos textos compararemos algunos de aquél. Es curioso —para entrar en materia— que dos hombres menos famosos que Kant y Hegel los hayan refutado en pocas palabras; nos referimos a Jacobi, con respecto al primero, y a un Herr Krug, en relación al segundo. Efectivamente, dijo Jacobi —transcribimos de memoria—: «Sin la cosa en sí no puedo entrar a la Crítica de la razón pura; con la cosa en sí no puedo quedarme en ella». Frase decisiva, que resultó aceptada por el mismo Kant, ya anciano, en su Opus Postumum (la cosa en sí, dice, es un ens rationis), y por Fichte y Hegel. Y a su vez expresó el casi ignorado Herr Krug, en desafío a Hegel: «Demuéstreme con su sistema la existencia de la pluma con que estoy escribiendo». Hegel despreció este ex abrupto de un profano en materia filosófica; pero, ¿no tenía razón,, de algún modo, Herr Krug? Porque, al no admitir cosas en sí (pensamientos vacíos, según Hegel), todo se reduce a una identidad dialéctica —que incluye en sí, por tamo, una oposición: Lógica: Idea en sí; Filosofía de la Naturaleza: Idea fuera de sí, alienada; Filosofía del Espíritu: Idea vuelta a sí, y entonces en sí y para sí—. Y todo ello con ambición de plena concretidad. Mas entonces, en ese «elemento» de plena concretidad, ¿no se debía incluir también la pluma de Herr Krug, junto con todos los entes singulares? Al no poder incluir en su dialéctica la pluma de Herr Krug, Hegel venía a mostrar que en aquélla no se podían incluir ninguno de los entes singulares, sino cuando más, ciertos Ersdtze de los mismos, engendrados en juegos dialécticos; cosa grave, porque en los singulares es donde el ente adquiere verdadero y concreto ser. Hegel llega sólo al «universal concreto».

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Bibliographic Details
Main Author: Casaubon, Juan Alfredo
Format: Artículo biblioteca
Language:spa
Published: Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras 1995
Subjects:FILOSOFIA DE LA NATURALEZA, LOGICA, METAFISICA, ENTE, FILOSOFIA, Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 1770-1831,
Online Access:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/12914
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Summary:Resumen: I. INTRODUCCIÓN La preparación de este artículo nos ha llevado bastante tiempo, copiando textos de Hegel y de los Zuzatze, que son obra de tres de sus mejores alumnos; notas y apuntes ampliatorios al pie de cada parágrafo de su Enciclopedia, tomados de las clases orales del pensador suabo y por lo general aprobados por éste. Pero hemos tenido que cortar ese fichaje, so pena de no poder entregar en tiempo esta comunicación a la Sociedad Tomista Argentina. Con esto, Hegel ha llegado a ser para nosotros el filósofo más conocido después de Santo Tomás de Aquino, con cuyos textos compararemos algunos de aquél. Es curioso —para entrar en materia— que dos hombres menos famosos que Kant y Hegel los hayan refutado en pocas palabras; nos referimos a Jacobi, con respecto al primero, y a un Herr Krug, en relación al segundo. Efectivamente, dijo Jacobi —transcribimos de memoria—: «Sin la cosa en sí no puedo entrar a la Crítica de la razón pura; con la cosa en sí no puedo quedarme en ella». Frase decisiva, que resultó aceptada por el mismo Kant, ya anciano, en su Opus Postumum (la cosa en sí, dice, es un ens rationis), y por Fichte y Hegel. Y a su vez expresó el casi ignorado Herr Krug, en desafío a Hegel: «Demuéstreme con su sistema la existencia de la pluma con que estoy escribiendo». Hegel despreció este ex abrupto de un profano en materia filosófica; pero, ¿no tenía razón,, de algún modo, Herr Krug? Porque, al no admitir cosas en sí (pensamientos vacíos, según Hegel), todo se reduce a una identidad dialéctica —que incluye en sí, por tamo, una oposición: Lógica: Idea en sí; Filosofía de la Naturaleza: Idea fuera de sí, alienada; Filosofía del Espíritu: Idea vuelta a sí, y entonces en sí y para sí—. Y todo ello con ambición de plena concretidad. Mas entonces, en ese «elemento» de plena concretidad, ¿no se debía incluir también la pluma de Herr Krug, junto con todos los entes singulares? Al no poder incluir en su dialéctica la pluma de Herr Krug, Hegel venía a mostrar que en aquélla no se podían incluir ninguno de los entes singulares, sino cuando más, ciertos Ersdtze de los mismos, engendrados en juegos dialécticos; cosa grave, porque en los singulares es donde el ente adquiere verdadero y concreto ser. Hegel llega sólo al «universal concreto».