Jóvenes mexicanos del siglo XXI encuesta nacional de juventud 2000 : los jóvenes de Aguascalientes, malabaristas entre la continuidad y el cambio

En este trabajo se presentan los resultados estatales más importantes de la Encuesta Nacional de Juventud 2000 (ENJ), proyecto pionero en su género, pues nunca antes en el país se había instrumentado una encuesta dirigida explícitamente a los jóvenes con la finalidad de conocer qué tienen en común entre sí y qué los hace diferentes, qué piensan de sí mismos y del mundo que les rodea, y particularmente cómo transita su paso de la juventud hacia la vida adulta en aspectos como la formación de nuevas familias, la asistencia escolar, la inserción laboral y en las organizaciones sociales; elementos que llevan a la emancipación del joven: autonomía de decisiones, capacidad de sostenerse económicamente, asunción de derechos y obligaciones diferentes; entre otros. Pero el esfuerzo instrumentado por el Instituto Mexicano de la Juventud va todavía más allá, no sólo pretende conocer, sino también refutar, romper los viejos moldes con los cuales se ha abordado la problemática juvenil. En primer lugar, no existe un ser juvenil, determinado de una vez y para siempre; sino, se trata de una construcción social e histórica, y por lo tanto cambiante de acuerdo a un conjunto de condicionamientos socioeconómicos, patrones culturales, estilos y representaciones de lo juvenil; en resumen, cada sociedad establece sus propios espacios y significados de lo juvenil.

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Main Authors: Guerrero, Antonio A. autor/a, Sánchez Durón, Luis Antonio autor/a, Terán Fuentes, Eva autor/a
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Published: Distrito Federal, México Instituto Mexicano de la Juventud 2003
Subjects:Indicadores sociales, Educación, Aspectos culturales, Jóvenes, Familia, Mercado de trabajo,
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Jóvenes mexicanos del siglo XXI encuesta nacional de juventud 2000 : los jóvenes de Aguascalientes, malabaristas entre la continuidad y el cambio
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Pero el esfuerzo instrumentado por el Instituto Mexicano de la Juventud va todavía más allá, no sólo pretende conocer, sino también refutar, romper los viejos moldes con los cuales se ha abordado la problemática juvenil. En primer lugar, no existe un ser juvenil, determinado de una vez y para siempre; sino, se trata de una construcción social e histórica, y por lo tanto cambiante de acuerdo a un conjunto de condicionamientos socioeconómicos, patrones culturales, estilos y representaciones de lo juvenil; en resumen, cada sociedad establece sus propios espacios y significados de lo juvenil.Por otro lado, existen diversas maneras de ser joven, lo cual ha sido negado por el modelo predominante de juventud: básicamente masculino, urbano de gran ciudad y de clase media; con la ENJ se trata de reconocer las distintas maneras de ser joven: hombres y mujeres; sus diferencias de edad; su condición rural o urbana; si son solteros o viven en pareja; si trabajan o no, si estudian o no; si participan o no en organizaciones, si tienen o no la experiencia de ser padres; si se asumen (o cómo) en la condición de ser jóvenes. Esta heterogeneidad juvenil, cuyo análisis será uno de los hilos conductores de la exposición de los resultados estatales, se complementa con su contraparte: los factores identitarios de los jóvenes, aquello que los une y los distingue desde la óptica de sus preferencias en la socialización y el consumo (por ejemplo sus gustos musicales, sus creencias, sus formas de congregación). Este elemento de la cohesión, el que los identifica entre sí, es el otro hilo conductor de la exposición. Ambas líneas de indagación nos llevan a los aspectos del tránsito de los jóvenes hacia la vida adulta y hacia la ciudadanía política, social y cultural; aspectos que, como se señala en los documentos rectores de la Encuesta Nacional de Juventud, de ningún modo siguen una vía lineal familia de orígenes cuela-trabajo-matrimonio-procreación - integración social y política, sino que el género, la condición socioeconómica y urbano-rural, la exclusión escolar, las carencias, así como la valoración y elección que va haciendo cada joven de su vida en función de esos elementos objetivos y de su propia subjetividad, propician distintos itinerarios y formas de inserción e integración a la vida adulta.Se puede decir, que no sólo se ha jugado con la idea de una única vía de tránsito, por cierto no generalizable a todos los jóvenes, sino que inclusive esta idea predominante de la transición juventud-vida adulta, guiada bajo esquemas de corte funcionalista, es un proceso quebrado de acuerdo a tales presupuestos, el adiós al hogar no anuncia el adiós definitivo, pues muchos chicos regresan al hogar paterno; el ingreso al trabajo, dada la precariedad existente, no es sinónimo de un nuevo status, sino de una etapa transitoria a la que le puede seguir el desempleo, el hacer nada o un nuevo trabajo; la escuela, no obstante sus cualidades reconocidas por los mismos jóvenes, cada vez prepara menos para el trabajo, vale más el certificado que las habilidades y los conocimiento s; la participación social no es un valor importante para los jóvenes, pues se desconfía de los partidos políticos y de diversas instituciones formalmente asignadas, etcétera. Pero más allá de las dificultades, de las exclusiones económicas y sociales, no tiene porqué haber una sola vía para el ingreso a la vida adulta, ni al temprano o tardío adiós del joven a su moratoria social. En todo caso, dejemos a un lado la preocupación normativa (el deber ser del joven, de acuerdo a las instituciones) y centrémonos primero en conocer ese conjunto cargado de múltiples significados llamado juventud.Entonces, hablando en el lenguaje de las ciencias sociales actuales, no se trata de buscar funciones y disfunciones normativamente establecidas y sancionadas, sino de comprender a un sujeto social emergente desde la perspectiva de su propia construcción social. La labor del estudioso, entonces, no es de policía o juez, sino de mediador entre, las acciones y las percepciones de los actores; y entre la teoría y las evidencias empíricas sistemáticamente trabajadas. La ENJ es resultado de esa labor de mediación que ahora busca en el diálogo con los actores, evidencias que contribuyan a robustecer, complejizar y refutar los conocimientos acumulados en la materia. Al respecto, en nuestro país se han realizado estudios de gran riqueza sobre los jóvenes, cuyo nivel de profundidad en el análisis constituye su mayor fortaleza, aunque se han focalizado a segmentos específicos de los jóvenes: estudiantes, chavos banda, cholos y otras culturas juveniles; o a temas muy particulares, como son las prácticas culturales, la participación política, la sexualidad, el embarazo adolescente, la drogadicción, la dinámica demográfica y el empleo. Esta riqueza fragmentada de los estudios sobre jóvenes tiene hoy la oportunidad de dialogar con la Encuesta Nacional de Juventud, que desde su amplia cobertura de lo juvenil no sólo confirma en un plano mayor algunos aspectos señalados en dichos estudios precedentes, sino que también se atreve a relativizarlos o incluso a poner en tela de juicio la generalidad de algunas conclusiones.Esta es la gran oferta que nos hace la ENJ no sólo para el país como conjunto, también para cada uno de sus estados, aunque, desde luego, la amplitud de los temas tratados no permite el detalle en cada uno de ellos, y su preeminencia en lo cuantitativo requiere complementarse con análisis cualitativos complementarios que hagan hablar a los datos, o que le den sentido a las tendencias que resultan de cada respuesta; si bien las preguntas fueron resultado de serios y apasionados análisis, hechos por expertos en cada uno de los temas, que vivieron la experiencia de la conversión, de los análisis cualitativos al diseño de una herramienta cuantitativa. Al respecto, entre los múltiples participantes destaca la labor coordinadora de José Antonio Pérez Islas y Mónica Valdez y los documentos marco elaborados por José Manuel Valenzuela (conceptualización de la juventud), Florinda Riquer (familia), Rossana Reguillo (cultura política, participación social y representaciones), Francisco Miranda (educación y empleo), Enrique Luengo (valores) y Lourdes Pacheco (jóvenes rurales). Ellos propiciaron que se adoptara un enfoque multidisciplinario. La Encuesta Nacional de Juventud se aplicó a poco más de 54 mil viviendas, distribuidas encuestas similares para cada una de las entidades federativas, a un universo juvenil considerado entre los 12 y los 29 años que residía habitualmente en las viviendas del país, conforme al marco muestral de propósitos múltiples del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en quien re cayó el diseño de la muestra y el levantamiento y procesamiento de la información;la muestra se estratificó en cuatro zonas de acuerdo al tamaño de localidad (urbano alto, complementos urbanos de alta y baja densidad y rural), que para fines prácticos posibilitan que Aguascalientes pueda ser estudiado incluso hasta el nivel rural, de sus ciudades pequeñas y de su ciudad capital. Por cierto, la muestra fue aplicada en la capital del estado y en las cabeceras municipales y áreas rurales de Calvillo, Jesús María y Pabellón de Arteaga. El corte de lo juvenil entre los 12 y los 29 años, no obstante los consensos y convenciones que lo han aceptado, ha sido sujeto de amplias polémicas en dos sentidos: por un lado, lo juvenil no se agota ni se define por una edad biológica, ni mucho menos en el simple análisis demográfico de los grupos de edad, y segundo, de pendiendo los factores de diferenciación juvenil, la edad juvenil puede empezar antes o después, concluir antes o después, o incluso nunca haber existido. Así pues, aceptemos que simplemente se ha hecho necesario realizar un corte y se eligió el más convencional. Habrá que alertar al lector sobre otras limitaciones de la ENJ. Si bien para fines del manejo del instrumento fue más adecuado realizar la entrevista en hogares, hecho que impactó favorablemente la cobertura, esto tuvo efectos negativos en las respuestas de los jóvenes, pues no es lo mismo ser entrevistados en presencia de padres y hermanos, que a solas o en un espacio diferente. Así pues, habrá que tener algunas reservas con respuestas que anuncian ante todo el deber ser y no necesariamente la propia valoración; esto es más agudo en las mujeres y en los jóvenes de menor edad.E incluso si la entrevista se hubiese realizado en otro lugar, se trata de un primer encuentro entrevistado-entrevistador, donde obviamente en la verbalización hay una dosis de reserva y cautela, a diferencia de otras técnicas que se dan su tiempo para ganarse la confianza del entrevistado. Esta circunstancia, propia de cualquier encuesta, de alguna manera fue atenuada por la eficaz labor de los entrevistadores del INEGI, jóvenes en su mayoría, quienes gracias a su experiencia en el manejo de encuestas redujeron las fricciones propias de una entrevista compleja por su extensión y la delicadeza de algunos temas tratados, como los de la relación con los padres, las creencias religiosas o la sexualidad, pero que de ningún modo nos llama a dejar de estar alertas. Es labor del estudioso de la encuesta descifrar el detalle fino de algunas respuestas, comparándolas y combinándolas entre sí, para no reducir a un esquema interpretativo unilineal las respuestas de los jóvenes, donde incluso el no respuesta o el no sabe tienen un gran valor interpretativo. Las mismas interpretaciones vertidas en este documento deben ser consideradas como una aproximación y no como una verdad establecida: es simplemente el recurso escrito que espera desatar un diálogo necesario entre el sector público, el académico y los jóvenes.Volviendo a la encuesta, otro aspecto que sin duda impactó decisivamente la respuesta de los jóvenes fue el momento social y político en que fueron entrevistados. En efecto, la Encuesta Nacional de Juventud se levantó en agosto de 2000, a pocas semanas de las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a Vicente Fox. Las expectativas y esperanzas que levantó su triunfo, independientemente de las preferencias políticas de los jóvenes, son muy diferentes del escepticismo e incluso la visión sombría de la gente suscitadas por el terrorismo que acabó con las torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001. Así pues, moderemos el optimismo. Pero también tengamos presente en todo momento que más allá de la coyuntura y del instrumento de recolección de la información, las que aquí se presentan son las respuestas de los jóvenes desde su edad, desde la exclusión social que viven, desde la precariedad del empleo; la vulnerabilidad de ser joven en tiempos de incertidumbre; su circunstancia de ser muchacha o muchacho, obrero o desempleado, hijo de familia o joven que ya fundó una nueva pareja; desde el malestar y la represión, desde los sueños y las esperanzas, etcétera. Así pues, de la mano del lector se tratará en todo momento de contextualizar las respuestas de los jóvenes desde su histórica. En virtud de esta última aseveración, en el primer capítulo se ofrece un panorama general del estado de acuerdo a dos aspectos: la participación de Aguascalientes en el contexto nacional, y la participación de los jóvenes en el contexto del estado, en los siguientes puntos: ubicación geográfica, aspectos demográficos, sociales, económicos, políticos y culturales.El capítulo II se aboca a la primera gran transición, de la familia de origen a la nueva familia, y se subdivide en los siguientes apartados: la familia de origen, la salida del hogar, el noviazgo, la sexualidad, las uniones de pareja y la procreación. En suma, se aborda el tránsito del joven de su condición de hijo de familia a la de esposo y padre-madre, pasando por aprendizajes fundamentales como el del noviazgo. El capítulo III está referido al tránsito de la escuela al trabajo y se subdivide en los siguientes apartados: la escuela, el primer trabajo, el trabajo actual y su valoración, y la búsqueda del empleo. Por tanto, es el tránsito de el y la estudiante al trabajador(a), pero también al de ama de casa y desempleado(a). Por su parte, el capítulo IV, titulado Cultura, política y valores se subdivide de la siguiente manera: creencias y prácticas religiosas, uso del tiempo libre y prácticas culturales, participación social y política, y percepciones y valores de los jóvenes. El capítulo muestra el mundo de las percepciones y representaciones de sí mismos, de su condición juvenil y del mundo que los rodea, así como de los espacios juveniles y las organizaciones, que definen aspectos fundamentales de la construcción social de juventud y la ciudadanía. En el capítulo V se integran algunos temas de interés separados para fines de análisis en los anteriores capítulos, y además se plantean algunas posibles líneas de trabajos futuros.En este trabajo se presentan los resultados estatales más importantes de la Encuesta Nacional de Juventud 2000 (ENJ), proyecto pionero en su género, pues nunca antes en el país se había instrumentado una encuesta dirigida explícitamente a los jóvenes con la finalidad de conocer qué tienen en común entre sí y qué los hace diferentes, qué piensan de sí mismos y del mundo que les rodea, y particularmente cómo transita su paso de la juventud hacia la vida adulta en aspectos como la formación de nuevas familias, la asistencia escolar, la inserción laboral y en las organizaciones sociales; elementos que llevan a la emancipación del joven: autonomía de decisiones, capacidad de sostenerse económicamente, asunción de derechos y obligaciones diferentes; entre otros. Pero el esfuerzo instrumentado por el Instituto Mexicano de la Juventud va todavía más allá, no sólo pretende conocer, sino también refutar, romper los viejos moldes con los cuales se ha abordado la problemática juvenil. En primer lugar, no existe un ser juvenil, determinado de una vez y para siempre; sino, se trata de una construcción social e histórica, y por lo tanto cambiante de acuerdo a un conjunto de condicionamientos socioeconómicos, patrones culturales, estilos y representaciones de lo juvenil; en resumen, cada sociedad establece sus propios espacios y significados de lo juvenil.Por otro lado, existen diversas maneras de ser joven, lo cual ha sido negado por el modelo predominante de juventud: básicamente masculino, urbano de gran ciudad y de clase media; con la ENJ se trata de reconocer las distintas maneras de ser joven: hombres y mujeres; sus diferencias de edad; su condición rural o urbana; si son solteros o viven en pareja; si trabajan o no, si estudian o no; si participan o no en organizaciones, si tienen o no la experiencia de ser padres; si se asumen (o cómo) en la condición de ser jóvenes. Esta heterogeneidad juvenil, cuyo análisis será uno de los hilos conductores de la exposición de los resultados estatales, se complementa con su contraparte: los factores identitarios de los jóvenes, aquello que los une y los distingue desde la óptica de sus preferencias en la socialización y el consumo (por ejemplo sus gustos musicales, sus creencias, sus formas de congregación). Este elemento de la cohesión, el que los identifica entre sí, es el otro hilo conductor de la exposición. Ambas líneas de indagación nos llevan a los aspectos del tránsito de los jóvenes hacia la vida adulta y hacia la ciudadanía política, social y cultural; aspectos que, como se señala en los documentos rectores de la Encuesta Nacional de Juventud, de ningún modo siguen una vía lineal familia de orígenes cuela-trabajo-matrimonio-procreación - integración social y política, sino que el género, la condición socioeconómica y urbano-rural, la exclusión escolar, las carencias, así como la valoración y elección que va haciendo cada joven de su vida en función de esos elementos objetivos y de su propia subjetividad, propician distintos itinerarios y formas de inserción e integración a la vida adulta.Se puede decir, que no sólo se ha jugado con la idea de una única vía de tránsito, por cierto no generalizable a todos los jóvenes, sino que inclusive esta idea predominante de la transición juventud-vida adulta, guiada bajo esquemas de corte funcionalista, es un proceso quebrado de acuerdo a tales presupuestos, el adiós al hogar no anuncia el adiós definitivo, pues muchos chicos regresan al hogar paterno; el ingreso al trabajo, dada la precariedad existente, no es sinónimo de un nuevo status, sino de una etapa transitoria a la que le puede seguir el desempleo, el hacer nada o un nuevo trabajo; la escuela, no obstante sus cualidades reconocidas por los mismos jóvenes, cada vez prepara menos para el trabajo, vale más el certificado que las habilidades y los conocimiento s; la participación social no es un valor importante para los jóvenes, pues se desconfía de los partidos políticos y de diversas instituciones formalmente asignadas, etcétera. 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La ENJ es resultado de esa labor de mediación que ahora busca en el diálogo con los actores, evidencias que contribuyan a robustecer, complejizar y refutar los conocimientos acumulados en la materia. Al respecto, en nuestro país se han realizado estudios de gran riqueza sobre los jóvenes, cuyo nivel de profundidad en el análisis constituye su mayor fortaleza, aunque se han focalizado a segmentos específicos de los jóvenes: estudiantes, chavos banda, cholos y otras culturas juveniles; o a temas muy particulares, como son las prácticas culturales, la participación política, la sexualidad, el embarazo adolescente, la drogadicción, la dinámica demográfica y el empleo. Esta riqueza fragmentada de los estudios sobre jóvenes tiene hoy la oportunidad de dialogar con la Encuesta Nacional de Juventud, que desde su amplia cobertura de lo juvenil no sólo confirma en un plano mayor algunos aspectos señalados en dichos estudios precedentes, sino que también se atreve a relativizarlos o incluso a poner en tela de juicio la generalidad de algunas conclusiones.Esta es la gran oferta que nos hace la ENJ no sólo para el país como conjunto, también para cada uno de sus estados, aunque, desde luego, la amplitud de los temas tratados no permite el detalle en cada uno de ellos, y su preeminencia en lo cuantitativo requiere complementarse con análisis cualitativos complementarios que hagan hablar a los datos, o que le den sentido a las tendencias que resultan de cada respuesta; si bien las preguntas fueron resultado de serios y apasionados análisis, hechos por expertos en cada uno de los temas, que vivieron la experiencia de la conversión, de los análisis cualitativos al diseño de una herramienta cuantitativa. Al respecto, entre los múltiples participantes destaca la labor coordinadora de José Antonio Pérez Islas y Mónica Valdez y los documentos marco elaborados por José Manuel Valenzuela (conceptualización de la juventud), Florinda Riquer (familia), Rossana Reguillo (cultura política, participación social y representaciones), Francisco Miranda (educación y empleo), Enrique Luengo (valores) y Lourdes Pacheco (jóvenes rurales). Ellos propiciaron que se adoptara un enfoque multidisciplinario. La Encuesta Nacional de Juventud se aplicó a poco más de 54 mil viviendas, distribuidas encuestas similares para cada una de las entidades federativas, a un universo juvenil considerado entre los 12 y los 29 años que residía habitualmente en las viviendas del país, conforme al marco muestral de propósitos múltiples del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en quien re cayó el diseño de la muestra y el levantamiento y procesamiento de la información;la muestra se estratificó en cuatro zonas de acuerdo al tamaño de localidad (urbano alto, complementos urbanos de alta y baja densidad y rural), que para fines prácticos posibilitan que Aguascalientes pueda ser estudiado incluso hasta el nivel rural, de sus ciudades pequeñas y de su ciudad capital. Por cierto, la muestra fue aplicada en la capital del estado y en las cabeceras municipales y áreas rurales de Calvillo, Jesús María y Pabellón de Arteaga. El corte de lo juvenil entre los 12 y los 29 años, no obstante los consensos y convenciones que lo han aceptado, ha sido sujeto de amplias polémicas en dos sentidos: por un lado, lo juvenil no se agota ni se define por una edad biológica, ni mucho menos en el simple análisis demográfico de los grupos de edad, y segundo, de pendiendo los factores de diferenciación juvenil, la edad juvenil puede empezar antes o después, concluir antes o después, o incluso nunca haber existido. Así pues, aceptemos que simplemente se ha hecho necesario realizar un corte y se eligió el más convencional. Habrá que alertar al lector sobre otras limitaciones de la ENJ. Si bien para fines del manejo del instrumento fue más adecuado realizar la entrevista en hogares, hecho que impactó favorablemente la cobertura, esto tuvo efectos negativos en las respuestas de los jóvenes, pues no es lo mismo ser entrevistados en presencia de padres y hermanos, que a solas o en un espacio diferente. Así pues, habrá que tener algunas reservas con respuestas que anuncian ante todo el deber ser y no necesariamente la propia valoración; esto es más agudo en las mujeres y en los jóvenes de menor edad.E incluso si la entrevista se hubiese realizado en otro lugar, se trata de un primer encuentro entrevistado-entrevistador, donde obviamente en la verbalización hay una dosis de reserva y cautela, a diferencia de otras técnicas que se dan su tiempo para ganarse la confianza del entrevistado. Esta circunstancia, propia de cualquier encuesta, de alguna manera fue atenuada por la eficaz labor de los entrevistadores del INEGI, jóvenes en su mayoría, quienes gracias a su experiencia en el manejo de encuestas redujeron las fricciones propias de una entrevista compleja por su extensión y la delicadeza de algunos temas tratados, como los de la relación con los padres, las creencias religiosas o la sexualidad, pero que de ningún modo nos llama a dejar de estar alertas. Es labor del estudioso de la encuesta descifrar el detalle fino de algunas respuestas, comparándolas y combinándolas entre sí, para no reducir a un esquema interpretativo unilineal las respuestas de los jóvenes, donde incluso el no respuesta o el no sabe tienen un gran valor interpretativo. Las mismas interpretaciones vertidas en este documento deben ser consideradas como una aproximación y no como una verdad establecida: es simplemente el recurso escrito que espera desatar un diálogo necesario entre el sector público, el académico y los jóvenes.Volviendo a la encuesta, otro aspecto que sin duda impactó decisivamente la respuesta de los jóvenes fue el momento social y político en que fueron entrevistados. En efecto, la Encuesta Nacional de Juventud se levantó en agosto de 2000, a pocas semanas de las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a Vicente Fox. Las expectativas y esperanzas que levantó su triunfo, independientemente de las preferencias políticas de los jóvenes, son muy diferentes del escepticismo e incluso la visión sombría de la gente suscitadas por el terrorismo que acabó con las torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001. Así pues, moderemos el optimismo. Pero también tengamos presente en todo momento que más allá de la coyuntura y del instrumento de recolección de la información, las que aquí se presentan son las respuestas de los jóvenes desde su edad, desde la exclusión social que viven, desde la precariedad del empleo; la vulnerabilidad de ser joven en tiempos de incertidumbre; su circunstancia de ser muchacha o muchacho, obrero o desempleado, hijo de familia o joven que ya fundó una nueva pareja; desde el malestar y la represión, desde los sueños y las esperanzas, etcétera. Así pues, de la mano del lector se tratará en todo momento de contextualizar las respuestas de los jóvenes desde su histórica. En virtud de esta última aseveración, en el primer capítulo se ofrece un panorama general del estado de acuerdo a dos aspectos: la participación de Aguascalientes en el contexto nacional, y la participación de los jóvenes en el contexto del estado, en los siguientes puntos: ubicación geográfica, aspectos demográficos, sociales, económicos, políticos y culturales.El capítulo II se aboca a la primera gran transición, de la familia de origen a la nueva familia, y se subdivide en los siguientes apartados: la familia de origen, la salida del hogar, el noviazgo, la sexualidad, las uniones de pareja y la procreación. En suma, se aborda el tránsito del joven de su condición de hijo de familia a la de esposo y padre-madre, pasando por aprendizajes fundamentales como el del noviazgo. El capítulo III está referido al tránsito de la escuela al trabajo y se subdivide en los siguientes apartados: la escuela, el primer trabajo, el trabajo actual y su valoración, y la búsqueda del empleo. Por tanto, es el tránsito de el y la estudiante al trabajador(a), pero también al de ama de casa y desempleado(a). Por su parte, el capítulo IV, titulado Cultura, política y valores se subdivide de la siguiente manera: creencias y prácticas religiosas, uso del tiempo libre y prácticas culturales, participación social y política, y percepciones y valores de los jóvenes. El capítulo muestra el mundo de las percepciones y representaciones de sí mismos, de su condición juvenil y del mundo que los rodea, así como de los espacios juveniles y las organizaciones, que definen aspectos fundamentales de la construcción social de juventud y la ciudadanía. En el capítulo V se integran algunos temas de interés separados para fines de análisis en los anteriores capítulos, y además se plantean algunas posibles líneas de trabajos futuros.Adobe Acrobat profesional 6.0 o superiorIndicadores socialesEducaciónAspectos culturalesJóvenesFamiliaMercado de trabajoURN:ISBN:968522434XURN:ISBN:9685224218