Plaguicidas una amenaza para la salud la biodiversidad y los servicios ambientales

Los plaguicidas son substancias tóxicas utilizadas para controlar organismos como insectos, roedores, hongos y malezas que interfieren con la producción agrícola, ganadera y forestal, así como para eliminar insectos transmisores de enfermedades o que causan molestias a los humanos y sus mascotas (Tomlin, 2003). En México, como en todo el mundo, los plaguicidas se empezaron a utilizar durante la segunda guerra mundial para el control de insectos vectores de enfermedades y plagas de cultivos (figura 1). En Chiapas, desde hace 50 años, se han utilizado plaguicidas para el control de zancudos vectores de enfermedades como la malaria y el dengue que causan graves problemas de salud y pueden ser causa de mortalidad (Botello et al., 2000). En la década de 1970, dentro del marco de la Revolución Verde y políticas globales, se puso en marcha en Chiapas un proyecto con el fin de incrementar los rendimientos agrícolas y contribuir a disminuir el hambre en todo el estado a través de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (sarh). Este proyecto venía acompañado de un paquete tecnológico que incluía el uso de plaguicidas sintéticos. A pesar de que estos plaguicidas han contribuido a la disminución de la malaria y el dengue y han sido de utilidad para el control de algunas plagas agrícolas y domésticas, a nivel mundial y local, hay cada vez más preocupación por los efectos secundarios que causan sobre la biodiversidad y la salud humana (Carson, 1962; Colborn et al., 1997). En el año 2000, Chiapas era, y posiblemente aún es, el segundo estado con mayor uso de plaguicidas de México (Cortinas de Nava, 2004). Además de las grandes cantidades de plaguicidas que se han utilizado en Chiapas, muchos de ellos son caducados o prohibidos tanto a nivel nacional como internacional. En bodegas de Huixtla, por ejemplo, en un estudio realizado en 2001, se encontraron 288 toneladas de plaguicidas caducados (Foxim, Triclorfón, Disulfortón, Carborfurán y Fenamifós). De éstas, 90 fueron retornadas al productor, pero el resto se enterraron en el basurero municipal (Albert, 2001). Según un artículo de Heriberto Ortiz en el periódico Cuarto Poder (2007), en Chiapas, 90 % de los envases vacíos de plaguicidas son tirados sin un tratamiento previo. En este apartado se revisan los pocos documentos publicados sobre el impacto de los plaguicidas a la biodiversidad y a la salud en Chiapas, así como también se presentan alternativas al uso de los plaguicidas que podrían contribuir a la conservación del ambiente en nuestro estado.

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Bibliographic Details
Main Author: Morales, H. Doctora autora 5470
Format: Texto biblioteca
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Subjects:Plaguicidas, Control de plagas, Riesgo a la salud, Evaluación del impacto ambiental, Artfrosur,
Online Access:https://doi.org/10.5962/bhl.title.118638
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En la década de 1970, dentro del marco de la Revolución Verde y políticas globales, se puso en marcha en Chiapas un proyecto con el fin de incrementar los rendimientos agrícolas y contribuir a disminuir el hambre en todo el estado a través de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (sarh). Este proyecto venía acompañado de un paquete tecnológico que incluía el uso de plaguicidas sintéticos. A pesar de que estos plaguicidas han contribuido a la disminución de la malaria y el dengue y han sido de utilidad para el control de algunas plagas agrícolas y domésticas, a nivel mundial y local, hay cada vez más preocupación por los efectos secundarios que causan sobre la biodiversidad y la salud humana (Carson, 1962; Colborn et al., 1997). En el año 2000, Chiapas era, y posiblemente aún es, el segundo estado con mayor uso de plaguicidas de México (Cortinas de Nava, 2004). Además de las grandes cantidades de plaguicidas que se han utilizado en Chiapas, muchos de ellos son caducados o prohibidos tanto a nivel nacional como internacional. En bodegas de Huixtla, por ejemplo, en un estudio realizado en 2001, se encontraron 288 toneladas de plaguicidas caducados (Foxim, Triclorfón, Disulfortón, Carborfurán y Fenamifós). De éstas, 90 fueron retornadas al productor, pero el resto se enterraron en el basurero municipal (Albert, 2001). Según un artículo de Heriberto Ortiz en el periódico Cuarto Poder (2007), en Chiapas, 90 % de los envases vacíos de plaguicidas son tirados sin un tratamiento previo. En este apartado se revisan los pocos documentos publicados sobre el impacto de los plaguicidas a la biodiversidad y a la salud en Chiapas, así como también se presentan alternativas al uso de los plaguicidas que podrían contribuir a la conservación del ambiente en nuestro estado.Los plaguicidas son substancias tóxicas utilizadas para controlar organismos como insectos, roedores, hongos y malezas que interfieren con la producción agrícola, ganadera y forestal, así como para eliminar insectos transmisores de enfermedades o que causan molestias a los humanos y sus mascotas (Tomlin, 2003). En México, como en todo el mundo, los plaguicidas se empezaron a utilizar durante la segunda guerra mundial para el control de insectos vectores de enfermedades y plagas de cultivos (figura 1). En Chiapas, desde hace 50 años, se han utilizado plaguicidas para el control de zancudos vectores de enfermedades como la malaria y el dengue que causan graves problemas de salud y pueden ser causa de mortalidad (Botello et al., 2000). En la década de 1970, dentro del marco de la Revolución Verde y políticas globales, se puso en marcha en Chiapas un proyecto con el fin de incrementar los rendimientos agrícolas y contribuir a disminuir el hambre en todo el estado a través de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (sarh). Este proyecto venía acompañado de un paquete tecnológico que incluía el uso de plaguicidas sintéticos. A pesar de que estos plaguicidas han contribuido a la disminución de la malaria y el dengue y han sido de utilidad para el control de algunas plagas agrícolas y domésticas, a nivel mundial y local, hay cada vez más preocupación por los efectos secundarios que causan sobre la biodiversidad y la salud humana (Carson, 1962; Colborn et al., 1997). En el año 2000, Chiapas era, y posiblemente aún es, el segundo estado con mayor uso de plaguicidas de México (Cortinas de Nava, 2004). Además de las grandes cantidades de plaguicidas que se han utilizado en Chiapas, muchos de ellos son caducados o prohibidos tanto a nivel nacional como internacional. En bodegas de Huixtla, por ejemplo, en un estudio realizado en 2001, se encontraron 288 toneladas de plaguicidas caducados (Foxim, Triclorfón, Disulfortón, Carborfurán y Fenamifós). De éstas, 90 fueron retornadas al productor, pero el resto se enterraron en el basurero municipal (Albert, 2001). Según un artículo de Heriberto Ortiz en el periódico Cuarto Poder (2007), en Chiapas, 90 % de los envases vacíos de plaguicidas son tirados sin un tratamiento previo. En este apartado se revisan los pocos documentos publicados sobre el impacto de los plaguicidas a la biodiversidad y a la salud en Chiapas, así como también se presentan alternativas al uso de los plaguicidas que podrían contribuir a la conservación del ambiente en nuestro estado.PlaguicidasControl de plagasRiesgo a la saludEvaluación del impacto ambientalArtfrosurLa biodiversidad en Chiapas: estudio de estado / coordinación, edición y seguimiento general: Andrea Cruz Angón, Erika Daniela Melgarejo, Fernando Camacho Rico, Karla Carolina Nájera Corderohttps://doi.org/10.5962/bhl.title.118638Acceso en línea sin restricciones